sábado, 31 de diciembre de 2011

Pokémon Black


Yo soy lo que se podría llamar un coleccionista de versiones alternativas de juegos de Pokemon, Pokemon Diamond & Jade, Chaos black, etc. Es increíble la frecuencia con la cual puedes encontrarlos en casas de empeño, Goodwill, feria de las pulgas y similares.
Estos generalmente son divertidos; incluso si son injugables (que a menudo lo son), la mala traducción y pobre calidad hace de ellos sin querer graciosos.
He sido capaz de encontrar la mayoría de los que había jugado en línea, pero hay uno del que yo no he visto ninguna mención sobre el. Lo compre en una feria de las pulgas hace aproximadamente cinco años atrás.
El juego comienza con la intro familiar de Nidorino y Gengar de la versión Rojo y Azul, Sin embargo, la pantalla de “Press Start” ha sido alterada, Rojo aparece ahí pero no aparece el ciclo de pokemones de un lado a otro, y también dice “Black Version” bajo el logo de Pokemon.
Al seleccionar “New Game”, el juego comienza con el discurso del Profesor Oak, y esto hace evidente que el juego era Pokemon versión rojo.
Después de seleccionar tus iniciales, si tu miras a tus pokemones, tu tienes en adición a Bulbasaur, Charmander, o Squirtle otro pokemon – “Ghost”.
El Pokemon era nivel 1, y tenia el sprite de los fantasmas que encontramos en la torre Lavanda antes de obtener el Sliph Scope, y tiene un ataque – “Curse”, yo se que hay un verdadero ataque llamado curse (maldecir) , pero el ataque no existe en la generación 1, así que parece que fue introducido hackeandolo.
Los pokemones al defenderse eran incapaces de atacar a Ghost – solo decía que estaban muy asustados para moverse, cuando el movimiento “Curse” era usado en batalla, la pantalla se cortaba a negro, el grito del pokemon defendiéndose se escuchaba, pero estaba distorsionado, tocado a un tono mas bajo de lo normal. La pantalla de batalla vuelve a aparecer y el pokemon defensor se habría ido, si lo usamos en una batalla contra un entrenador, cuando las pokebolas representan sus pokemones en la esquina , ellos tendrían una pokebola menos.
Esto implicaba de que el pokemon había muerto.
Lo que era aun mas raro es que después de derrotar a un entrenador y ver “Rojo recibió $200 por la victoria”, los comandos de batalla volverían a aparecer, si tu seleccionabas “Correr”, la batalla terminaría como normalmente lo hace, también puedes seleccionar Curse, si lo hiciste, al retornar a la vista superior, el sprite del entrenador se habrá ido, después de irse y reingresar a la misma área, el lugar [donde] el entrenador había estado será reemplazado por una cripta como las que hay en la torre Lavanda.
El movimiento “Curse” no era utilizable en todas las instancias, fallaría contra otros pokemon fantasmas, también fallaría contra entrenadores con los cuales tenias que volver a pelear, como tu rival o Giovanni, sin embargo si se podía usar en tus batalla finales contra ellos.
Pensé que esta era el truco del juego, permitiéndote utilizar los fantasmas que no se podían capturar antes, y porque Curse hacia el juego tan fácil, lo utilice a través de toda la aventura.
El juego cambio un poco después de derrotar a los cuatro de la Elite, después de ver el salón de la fama, que consistía en fantasmas y una pareja de muy bajo nivel de Pokemon, la pantalla cambio a negro, una caja de texto apareció con las palabras “Muchos años después…” y luego pasa a la torre Lavanda, un anciano esta mirando las criptas, entonces te das cuenta que ese hombre es tu personaje.
El hombre solo se mueve a la mitad de la velocidad al caminar, tu ya no tienes ningún pokemon contigo, ni siquiera Ghost, que hasta este punto había sido imposible de remover de tu grupo por medio de depositarlo en el PC, en la vista de arriba el escenario estaba completamente vacio – No había gente en absoluto, ahí aun estaban las tumbas de los entrenadores sobre los cuales había usado Curse sin embargo.
Tu puedes ir a casi cualquier lugar en la vista superior en este punto, aunque tus movimientos están limitados por el hecho de que no tienes pokemones para utilizar HM’s, y sin importar donde vayas, la música del pueblo Lavanda se sigue escuchando en un bucle continuo, luego de andar por un rato, encontré que si vas por la caverna de los Digletts uno de los arbustos que generalmente bloquean el camino hacia el otro lado ya no aparece mas, lo que te permitiría avanzar y retornar a pueblo Paleta.
Al entrar a tu casa y dirigirse al exacto mismo cuadro donde comienzas el juego, la pantalla se ira a negro.
Entonces la imagen de un Caterpie aparece, y luego es reemplaza por una de un Weedie, y luego un Pidgey. Luego me di cuenta que, como los pokemones progresan desde Rattata a Blastoise, que eso fueron todos los pokemones sobre los cuales utilice Curse.
Después de terminar el equipo de mi rival, aparece un joven, y luego un cazador de insectos, esos fueron los entrenadores sobre los cuales use Curse.
A través de la secuencia la música del pueblo Lavanda se seguía escuchando, pero iba lentamente disminuyendo el tono, por el momento tu Rival aparece en la pantalla, fue poco mas que un redoble del demonio.
Otro corte a pantalla negra, unos momentos después, de pronto la pantalla de batalla aparece – El sprite de tu entrenador es ahora aquel anciano, el mismo que te enseña a capturar pokemones en ciudad viridian.
Ghost aparece del otro lado con las palabras “Ghost desea pelear.”
Tu no puedes utilizar ítems, y no tienes pokemones, y si tratas de Correr no puedes escapar la única opción es “Pelear”.
Usar Pelea causa que inmediatamente utilices Esfuerzo, que no afecta a Ghost pero te quita un poco de tus propios HP, cuando es el turno de atacar de Ghost, el simplemente dice “…” eventualmente, cuando tus HP llegan a un punto critico, Ghost finalmente utiliza Curse.
La pantalla se va a negro por ultima vez.
Sin importar los botones que presiones, tu quedas permanentemente atrapado en esta pantalla negra, En este punto la única cosa que puedes hacer es apagar el Game Boy, cuando vuelves a jugar nuevamente “New Game” es la única opción – el juego a eliminado el archivo.
Jugué a través de este juego un montón de veces, y cada vez el juego terminaba con la misma secuencia, un montón de veces no utilice a Ghost para nada, ya que es imposible de remover del grupo, en esos casos no mostro ningún pokemon o entrenador y simplemente te lleva al climático “combate contra Ghost”.
No estoy seguro cuales eran los motivos del creador de este hack, no fue ampliamente distribuido, así que presumiblemente no fue por una ganancia monetaria, y estaba muy bien hecho para ser alternativo.
Parece que el estaba tratando de trasmitir un mensaje; tal parece que soy el único que recibió este mensaje, no estoy completamente seguro de cual fue – ¿La inevitabilidad de la muerte?¿el poco sentido de la misma? o quizás el simplemente estaba tratando de agregar mórbidamente muerte y obscuridad en un juego de niños, de todos modos este juego de niños me hizo pensar y me ha hecho llorar.

Fuente: Forum Dofus

viernes, 30 de diciembre de 2011

Lo que asecha en el campo

Fue solo hace algunas semanas que los bultos de paja empezaban a alejarse de la casa. Cada mañana cuando despertaba, cada bulto se movía algunos metros del lugar donde se encontraban. Asumía que eran bromistas sin nada mejor que hacer, así que lo ignore. En pocos días, los bultos empezaban a alejarse hacia los límites de la granja. Estaba fastidiado del jueguito para ese entonces y decidí colocarlos en su lugar. Me tomo una tediosa hora ponerlos de nuevo en su lugar, cerca de la casa, y para ese entonces estaba listo para romperle el cuello a cualquier monito que decidiera joderme. 
A la mañana siguiente, encontré a todos mis caballos decapitados… El olor fue lo que me despertó. Cada uno de ellos acostado de lado dentro su establo. No había señales de las cabezas. Pase el resto del día limpiando el desastre y enterrando los restos. Fue entonces, cuando note que los bultos de paja habían regresado a sus posiciones del día anterior, esparcidos a los lejos, en los campos. Esta vez, los deje en donde los encontré. 

Esa noche, me senté en el porche con mi escopeta en mano, y una olla de café en la tabla a mi lado. Me senté por horas, fijando mis ojos en el campo para tratar de encontrar al tipo que movía mis bultos de paja. Finalmente, empecé a quedarme dormido… Y me hubiese quedado dormido, a no ser porque en el momento en que mis ojos empezaban a cerrarse, escuche a los arboles del bosque cercano agitarse y estremecerse. Me levante, con mi corazón latiendo fuertemente; Camine, con mi escopeta al frente. Tenia que atrapar al bastardo. Espere ansiosamente por cualquier persona que se acercara lo suficiente para sorprenderme. 
Fue entonces cuando algo se me acerco lo suficiente para poder yo distinguir su silueta en la obscuridad. La cosa que asechaba en los bosques cercanos a mi granja, parecía no notar que yo estaba sentado cerca. Parecía acechar, encorvada con la postura de un ladrón de carteras. De no ser porque, aun encorvada, tenía unos 4 metros de alto, parecería casi frágil. Los delgados brazos y piernas, y su pecho emancipado, me recordaban a un animal muriendo de hambre. Sin embargo, esta cosa era increíblemente fuerte, pues vi como cargaba un bulto de paja bajo cada uno de sus brazos con facilidad, y lo acomodaba con cuidado a lo lejos. La observe trabajar, moviendo cada uno de los bultos con cuidado. De vez en cuando se desencordaba para buscar por más bultos en el campo, antes de ajustar el bulto en el que trabajaba. 

Antes de que decidiera retirarme, note que miraba a mi casa. Sentí sus ojos barrerme en la obscuridad, pero no estoy seguro de que me haya visto. Entonces, esa cosa giro sigilosamente y regreso por donde vino, a la obscuridad de los bosques. Me tomo una hora antes de recuperar el valor para moverme nuevamente. Me metí a mi casa des pues de un rato, pero no dormí en esa noche. Fue solo hasta que el sol salió, que me atreví a poner un pie fuera de mi porche hacia los campos. Los bultos de paja estaban donde los había dejado, esa cosa. Sin embargo, note que esta vez no los había movida tan lejos como las noches anteriores; Parecían marcar una especie de línea. Y mientras camine alrededor de la casa, vi que formaban un distintivo círculo alrededor de mi casa, conmigo en el centro. Me di cuenta que los bultos estaban formando una especie de frontera, como si esa cosa estuviera enviándome un mensaje. Pude dormir un poco esa noche, y solo porque estaba agotado.
La siguiente mañana, no hubo movimiento de los bultos. No se movieron para nada por el resto de la semana, de hecho. Estaban finalmente donde esa cosa quería que estuvieran. Enferme tratando de interpretarlos. Porque esa cosa habría invertido tanta energía moviendo bultos de paja, y amenazarme con tanta violencia en caso de que yo interfiriera? Asesinar mis caballos fue solo eso: una amenaza. Una amenaza inteligente. Sabía que me asustaría, y sabía que entendería las implicaciones. El sonido de un automóvil trabajando cerca del camino a mi granja, un mañana, me dio un golpe de emoción. Planeaba abandonar la granja desde que vi a la cosa, pero no podía irme a pie si arriesgar a que me hiciera lo que le hizo a mis caballos. Pero, si podía llegar al automóvil que se aproximaba, lo pararía sin importarme quien fuera, así tuviera que asaltarlos. 

No tuve la oportunidad. 

El carro avanzo lentamente por el camino. Le hice señales para que se apurara. Fue cuando pasó entre dos de los bultos de paja que estaban colocados en cada lado del camino, que escuche un estruendo en los bosques. La cosa salió de repente de entre los arboles corriendo en sus cuatro flácidos y terribles miembros hacia el automóvil. En solo segundos, se lanzo al auto como un felino depredador; en segundos, estaba pelando la carrocería de metal del auto, tratando de llegar al conductor. El hombre, quien haya sido, gritaba, mientras yo solo podía escuchar el crujido del metal y el romperse de lo vidrios. Fue entonces que la cosa lo aplasto en su mano, cuando dejo de gritar el hombre. Lo aventó, y se desencorvo para mirarme nuevamente. 

A plena luz del sol, pude ver la falta de humanidad en ella. Estaba compuesta de algo asqueroso, terrible y… vivo, lo cual estaba pegado formando una burla del semblante humano. 

La cosa se regreso a los bosques, y yo me quede parado, en shock. Mi ojos miraban a donde se encontraba el auto, con la maquina todavía trabajando, entre los dos bultos de paja. De repente, entendí. El mensaje era claro. Soy el prisionero de esta cosa. Y no se me permiten visitas. Nada podrá cruzar las fronteras que me impuso. Estoy atrapado aquí, por lo que acecha en los campos. Y no me pide nada excepto, que no puedo marcharme de aquí. Aun así, no creo soportar ser el canario de esa cosa. 

He pensado mucho en los últimos días, desde que vi como aplastaba a ese hombre. Si cruzo la frontera de bultos de paja, probablemente me hará lo mismo; Aplastara mi cráneo antes de que pueda poner mis manos para protegerme… Después encontrara una nueva mascota que pueda quedarse quieta sabiendo que esa cosa esta esperando afuera, observándola con esos grandes y brillantes ojos.
He estado pensando en los últimos días y… voy a intentar escapar. 

Fuente: Forum Dofus

jueves, 29 de diciembre de 2011

Video original: El suicidio de Calamardo

El chat prohibido


Un día me dijo que era vidente, y no es que no le creyera, pero me muestro generalmente bastante incrédula respecto a estos temas. Lo que no veo, no existe para mí. No digo que debiera haberle creído sólo porque le estimaba ya que en mi opinión la amistad y la confianza son muy importantes, pero simplemente hice un esfuerzo y le di el beneficio de la duda. ¿Y si era yo la que estaba equivocada?. No volvimos a hablar del tema hasta que un día volvió a aparecer en el chat donde estábamos hablando y me envió un privado. Era una de esas ventanitas que sólo podíamos ver ella y yo. Absolutamente privado. 

ELLA - Hola, ¿seguimos el tema? 
YO - ¡Vale! Pero no creo que puedas convencerme, ya sabes... me cuesta creer estas 
cosas. 

ELLA - No pretendo convencerte de nada, pero nací con ciertos dones y tampoco tengo 
intención de ocultarlos al mundo. 

YO - Eso debe estar bien. 

En realidad no sabía qué decirle. ¿Estaba bien? En fin... poco podía decir yo al 
respecto. 

ELLA - Está bien, pero no siempre. Cuando tengo una visión acabo agotada. 
YO - ¿Te supone un esfuerzo? 

ELLA - Sí, bastante esfuerzo. 

YO -¿Y por qué lo haces? 

ELLA - No es algo que se elija, se nace con ello. 

Hubo un silencio en el que ninguna de las dos parecía saber qué decir. Miré el canal 
donde nos habíamos conocido siete meses atrás. Estaban hablando de las próximas 
vacaciones de verano. 

ELLA - ¿Sigues ahí? 
YO - Sí, ¿no puedes verlo? .-Bromeé. 

Entonces dijo algo que me asustó. 

ELLA - Sí, puedo verte. 

Tragué saliva y pensé, vaya, me está tomando el pelo y yo caigo como una tonta. 
Sentí un escalofrío pero decidí presionarla. 

YO - ¿Ah, sí? Pues dime... ¿con quién estoy? 
ELLA - Sola 

Bueno, eso podía haberlo comentado antes en el chat y que ella lo hubiese leído. 
Decidí seguir con aquello como si se tratara de un juego. 

YO - Dime algo que me sorprenda. Algo que veas en mi habitación. 
ELLA - Veo que tienes algunas de las teclas de tu ordenador borradas. Tecleas rápido. 

YO - Ya, pero eso puede pasarle a cualquiera. Las letras de los teclados se borran. 

ELLA - Tú tienes borrada la A, la S, la L y la M. 

Miré mi teclado más curiosa que horrorizada, pero de la curiosidad a la ansiedad 
hubo tan sólo un instante. Ya no me hacía tanta gracia el juego. Mi condición de 
incrédula, no obstante, me hizo ir más allá. 

YO - Amiga... estoy segura de que casi todos tenemos las mismas letras borradas. Dime 
algo que sorprenda de verdad. 
ELLA - ¿Por qué quieres seguir con esto si no me crees? 

Buena pregunta, pensé. 

YO - Igual para conocerte un poquito más, o para experimentar algo que no haya 
experimentado antes. 

En ese momento supe que ella sonreía desde su lado del monitor. Internet es un sitio curioso. Estás en tu casa, en camiseta de tirantes y pantalón corto, descalza y con el ventilador puesto cuando al otro lado de la pantalla alguien te habla abrigado hasta el cuello, con un par de calcetines y la estufa puesta porque tú estás disfrutando del inminente verano y ellos aún están pasando el clima del invierno. 

Mi amiga se había mostrado siempre amable, abierta, simpática y con un buen sentido del humor. Se podía decir que coincidíamos en todo menos en este tema. No nos gustaba el fútbol, adorábamos las comedias, nos encantaba Oscar Wilde, ambas habíamos visitado Orlando, a las dos se nos había muerto el padre... ¡eran tantas cosas las que nos acercaron y nos hicieron grandes amigas!. 

ELLA - ¿Cómo llevas el libro? –Preguntó de pronto. 
YO - ¿Qué libro? 

ELLA - El que tienes encima de la mesa... déjame ver... La fuerza bruta, de John 
Steinbeck. 

Miré a mi derecha con los ojos como platos. ¿Se lo había dicho? ¿Le había dicho que lo había empezado o que iba a leerlo? ¿Le había dicho que solía poner los libros en mi mesa porque me encantaba mirar una y mil veces las portadas de los libros que me estaba leyendo? Evidentemente, la respuesta debía ser sí. 

YO - Acabo de empezarlo. 

Lo escribí sin dejar notar nada sobre mi –todavía- sorpresa. 

ELLA - Yo no lo he leído. 
YO - Ya te diré qué me parece. 

En el chat general el tema de conversación giraba en torno a las lanchas motoras. No me pareció más interesante que mi conversación en privado y me puse a pensar qué podía preguntarle para descubrirla o rendirme a sus pies definitivamente. Pero habló ella. 

ELLA - Alguien va a llamar a la puerta. 
YO - Ah, pues ve, te espero. 

ELLA - No. Es en tu casa. 

Sonreí incrédula. Iba a poner una risa (jajajaja) cuando sonó el timbre. Miré hacia la puerta de la habitación. Mis ojos volvieron a la frase premonitoria de mi amiga. 

YO - Ahora vengo. 
ELLA - Ok. 

Llegué hasta la puerta y miré por la mirilla. Un vendedor de alfombras. 
- No me interesa. –Dije para no tener que abrir. 
El chico dijo algo que sonó despectivo y se marchó a otro piso. 
Volví al chat. 

YO - ¿Cómo lo sabías? Era un vendedor de alfombras. 
ELLA - Te he dicho que puedo verte. 

Sopesé la posibilidad de que tuviera razón pero mi sensatez lo negaba una y otra vez. No había nacido yo para creérmelo todo, y menos aún aquello que escapaba a la lógica. Mi amiga no sólo estaba en su casa, sino que estaba en otro país y teníamos distinta franja horaria. 

ELLA - ¿Sabes? Algo me dice que debo seguir mirándote. No te asustes pero... 
YO - pero??????? 

ELLA - Es que no sabría explicártelo. Generalmente tengo visiones premonitorias, otras veces, como hoy, puedo provocar el verte. Aparecen imágenes frente a mí y te veo, veo tu habitación, pero esto supone un gran esfuerzo. Me duele la cabeza. 

YO - Ya, pero... ¿y el “pero” que decías? 

ELLA - Es que no quiero asustarte pero presiento algo raro. 

YO - Ahora sí que me estás asustando. 

¡Pero qué poca firmeza tenía, por Dios! ¡Ahora estaba asustándome de verdad! Yo, la 
incrédula, la que si no ve, no cree. Me sentía agitada. Quizás se debía a que eran 
pasadas las diez de la noche ya, estaba sola en casa y la última persona que había 
visto había sido un desconocido poco amable desde una mirilla. Al menos aún podía 
escuchar el volumen alto de un televisor. Era mi vecina, una viejecita que estaba 
algo sorda. 

YO - No sé pero... quizás deberíamos cambiar de tema. 
YO - No es que me hayas convencido pero... 

ELLA -  No te preocupes, te entiendo. ¿Tengo tu permiso para seguir observando? 

YO - Claro, pero que conste que no tengo tan claro que puedes verme. Mi sesera me 
impide creerte.  

Miré de nuevo el chat para ver si surgía algún tema en el que pudiera involucrarme 
pero estaba parado. Había unos siete miembros en el chat y ninguno de ellos hablaba. 
Todos estaban en privados. Miré la ventanita del privado de mi amiga. 

Iba a escribir algo cuando ví que ella se me había adelantado. 

ELLA - Cielo, ahora te asustes pero, no estás sola. 

Sentí un escalofrío en mis piernas y mis brazos. Tanto se erizó el vello que me 
dolió. ¿Cómo se podía calificar a una de “cielo” para luego decirle que no estabas 
sola en la habitación?. 

YO - ¿Qué quieres decir? Me estás poniendo nerviosa. 
ELLA - No puedo identificarle pero está detrás de ti 

YO - Por favor para 

ELLA - No se mueve casi, no te asustes, déjame observarle. 

YO - Estoy asustada. 

Ahora sí que lo estaba. Miraba la ventana. Oscuridad total. No me atrevía a girarme 
hacia atrás. ¿Y si veía algo que no quería ver? ¿Y si allí estaba mi amiga? ¡u otra 
persona! Eso aún era peor... comencé a notar un nudo en la garganta. Hubiera querido 
ser más valiente o más cobarde y llorar, pero estaba estancada en mi propia lucha 
para creer o no creer. 

ELLA - ¿Notas frío a tu alrededor? 

Su pregunta me llegó casi cuando estaba a punto de apagar el ordenador y encender la 
luz del techo para meterme rápidamente en la cama y olvidarme del tema. 

YO - Estamos a más de 30 grados.- Le informé. 
ELLA - Ok. Es que no consigo entrar en él. 

YO - ¿¿¿EL??? ¿entrar?? 

ELLA - Se muestra como una estatua por eso no me deja descubrirle. No sé si es bueno 
o tiene malas intenciones. Sólo sé que está ahí, estático. 

YO - Yo no veo a nadie... esto no me gusta. 

ELLA - Ya te dije que no te asustarás, cielo. Además, yo estoy contigo. 

YO - Sí, a miles de kilómetros de distancia. 

Entonces lo noté. Una especie de roce helado, como si hubieran puesto una mano sobre 
mi brazo. En la zona donde la sentí el pelo de mi brazo se erizó. Completamente en 
alto. El resto de mi cuerpo no notó nada. 

YO - ¡Está pasando algo! 
ELLA - ¿Qué?? 

YO - He sentido un frío helado en mi brazo. 

ELLA - Tranquilízate. 

YO - Se me ha erizado el pelo, tengo una extraña sensación. 

Comenzaba a ser pánico. 

ELLA - Cielo, tranquila, hazme caso. 
YO - Esto es muy raro 

YO - Estoy asustada 

YO - Necesito tranquilizarme, estoy.... joder! 

YO - joder joder joder joder joder 

ELLA - ¿Quieres dejar de escribir? 

YO - joder joder joder joder joder 

ELLA - Te va a dar una taquicardia, tranquilízate. 

Y entonces noté un soplo frío en un mi cuello, como si me hubieran tirado el aliento. 

YO - ¿Qué significa el frío del que me hablabas? 
ELLA - El frío lo transmiten los muertos cuando se acercan, generalmente algo 
enfadados o... 

YO - ¿OOOOOO?????????? 

ELLA - violentos 

YO - ¿VIOLENTOS????? 

YO - Joder ayúdame, qué hagooooooooo????? 

ELLA - Tranquilízate, yo no lo he visto moverse. 

YO - ¡Haz algo! 

ELLA - Cielo ¿quieres tranquilizarte? 

YO - ¡Hay alguien conmigo joder! Tengo un muerto tirándome su aliento en mi espalda, 
estoy acojonada estoy asustada estoy llorando 

ELLA - Cielo.... ¿te importaría escucharme? Deja de escribir y lee esto 

Hice un esfuerzo. Para mí escribir suponía no mirar atrás y leer palabras, ya fueran 
suyas o mías, sentirme menos sola en mi habitación. 

ELLA - No hay nadie, cariño. 
YO - Lo dices para tranquilizarme. 

ELLA - NO HAY NADIE 

YO - Está aquí, lo siento, lo presiento lo notooooooo 

ELLA - Ok. Escúchame. Era broma. 

YO - ¿Broma???? 

ELLA - Quería demostrarte que no existen los incrédulos, cálmate por favor. Yo no veo 
nada, es cierto que a veces tengo visiones premonitorias, como cuando han llamado a 
la puerta, pero no puedo obligarme a ver a nadie. 

YO - pero yo siento algo 

Esto último lo escribí con lágrimas en los ojos y más asustada que nunca. 
Sus palabras no me tranquilizaban. Las lágrimas a veces me impedían leer bien pero 
me las quitaba restregándome en segundos los ojos o apretando los párpardos para que 
salieran disparadas y dejaran de molestarme. 

ELLA - Voy a llamarte por teléfono. 

Pocos segundos después sonaba el timbre del teléfono. ¿Había hecho ella misma una 
conferencia para convencerme de que no existían las videntes ahora que ya me lo 
había creído?. Fui a descolgar pero ocurrió algo que congeló mi mano en el aire. 

ELLA - Cielo, no puedo llamarte sin desconectar esto. Sólo tengo una línea. ¿Puedo 
llamarte o prefieres que sigamos aquí? 

Cuando ya tenía puesta la mano en el auricular ví su privado. ¿Cómo podía escribirme 
y llamarme a la vez? Miré el identificador de llamadas antes de descolgar. No había 
número, era anónimo. No era ella. Eso lo tenía claro después de haber visto el 
privado. 

Respiré hondo y dudé entre contestar al privado o descolgar el teléfono. Me decidí 
por la llamada. 
- Dígame. 
- Tu amiga va a a morir mientras tú escuchas este mensaje. 

Jamás había sentido tanto miedo y jamás en mi vida mi corazón había dado un vuelco 
tan grande ni mis piernas –aún sentada- me habían fallado con tal rapidez. Me hice 
de mantequilla. Comenzó a darme vueltas la habitación y luché por recuperar el 
aliento. 

De pronto la línea se cortó y comenzó el molesto pitido de “comunicando”. 
Solté el auricular como si me quemara en las manos. 
Volví rápidamente al chat, al privado. Tecleé tan rápido que lo escribí todo mal. 

YO - ?ESta`s ahí´? 
YO - respondeeee!!!! 
YO - responde por favvor!!!! 
YO - ¿no me lees¿¿¿ 
YO - DI ALGOOOOOOOO 

Histérica, cogí mi agenda y marqué su número de teléfono. Yo sí tenía dos líneas y 
podía permitirme permanecer en internet mientras le llamaba. Conseguí comunicación 
con el extranjero y esperé... esperé nerviosa, mordiéndome el labio, más agitada que 
entera, más asustada que nunca... prácticamente bailaba en mi asiento. 

Pero no contestaba. 

Colgué furiosa pegándole tal golpe al auricular que pensé que me habría cargado el 
teléfono. Volví al privado y traté de que mi amiga respondiera. No lo hacía. Al 
final apareció un mensaje en mi privado. En su ventana. 

ELLA - Ahora sí te veo. No tengas miedo. Sólo me quedaré un momento. 

Sentí un escalofrío que me recorrió la espina dorsal. El chat me indicó que tras 
escribir esa última frase, mi amiga había salido del chat. Ya no estaba allí. No se 
había despedido de nadie, ni de mí, ni del resto de los miembros del chat. Había 
desconectado. 

Miré fijamente la pantalla que sólo se movía ahora en el chat general. Ni siquiera 
sé de qué estaban hablando. Para mí todas las líneas no tenían significado, sólo 
podía mirar su último comentario del privado. “Ahora sí te veo. No tengas miedo. 
Sólo me quedaré un momento”. 

Entonces lo entendí. 
Comencé a llorar desesperada. 

Mis manos corrieron a mis ojos y lloré sofocada, entendiendo que mi amiga había 
muerto, que era yo la que había tenido el presentimiento y la premonición, y que 
ahora ella estaba a mi lado. Esta extraña comprensión me hizo girarme y mirar mi 
habitación vacía. No quería creer que no estuviera allí. No podía, no después de 
todo.... 

Una caricia, tan suave que apenas era como un suspiro, acarició mi cabeza. 
Transmitió tal cantidad de paz que lejos de asustarme me relajó. Mis lágrimas 
continuaron cayendo por las mejillas. Ya no las secaba. Miraba al vacío sabiendo que 
ella estaba frente a mí. 

- ¿Qué te han hecho? . –Pregunté al aire. 
- Pssss. 
Respiré hondo al escuchar ese sonido. Era como cuando era pequeña, tenía miedo y mi 
madre ponía su dedo en la boca y soplaba para que olvidara el tema y pensara en 
cosas bonitas. 

Ladeé triste la cabeza. La paz de su caricia no me abandonaba pero sabía que éste 
sería nuestro primer y último encuentro sin el ordenador de por medio. Me tembló el 
labio. 

- Te echaré de menos. 

En ese momento en el ordenador hubo un movimiento general. Se minimizó el chat, se 
abrió solo un tratamiento de textos, y apareció una corta frase en una página en 
blanco: 

Y YO A TI. 

Fuente: Forum dofus

viernes, 23 de diciembre de 2011

En un minuto lo entenderás

Vincent era el menor de tres hermanos. Trabajador y atento, podría decirse que se había ganado el cielo. Su madre, Amelia, padecía de una fuerte depresión gatillada por la pérdida de su esposo y el ausentismo de sus otros dos hijos; pero trataba de rehacer su vida entre pastillas y la cuasi-agradable soledad de su casa.
Vincent pasaba 2 ó 3 veces por semana a visitar a su madre, pero cuando repentinamente la salud de ésta empeoró, las visitas se hicieron diarias. Galletitas con leche, panqueques, jugo de frutas o un pollo asado; todos los días el hijo trataba de hacerle la vida más agradable a aquella señora que le había dado a luz, preparándole cosas deliciosas y conversando al lado de la chimenea.
Para el día de su cumpleaños N° 65, Vincent quiso hacerle un regalo muy especial: un relicario con la foto de ambos en su interior. Amelia lo recibió con lágrimas de felicidad, fue quizás lo más lindo que le hayan dado en la vida. Lo miró durante bastante rato, sonriente, y le dejó sobre su cama.
El día siguiente, Vincent fue, como de costumbre, a visitar a su madre después del trabajo. Al llegar, notó un aire extraño; tranquilo, y su madre, estaba notablemente mejor, al parecer tanto física como psicológicamente.
—¡Se te ve bien hoy, mamá!
—Que bueno que lo notes, mi cielo, que bueno que lo notes —dijo Amelia entre sonrisas.
Vincent se aprestó a ir hacia la cocina para empezar a preparar algo, pero su madre lo paró en seco.
—Hijo, guarda tus energías y dedícate a descansar, has dado demasiado por mí…
—Es lo que debo hacer, mamá. Te amo, me nace y me corresponde.
Amelia sonrió y lentamente se dirigió hacia las escaleras, sin despegar la mirada de su hijo. Vincent, extrañado, la siguió.
—Encontré la solución, pequeño mío, para poder descansar y aprovechar al máximo los espacios de mi casa.
Vincent rió —Para eso hubieras contratado a un paisajista, madre.
—No seas ingenuo, hijo… ¿Me amas? ¿De verdad me amas? —la mirada de Amelia pasó de una sonrisa cálida a una mueca eufórica. Vincent se incomodó un tanto, pero no se distrajo mucho por eso.
—¡Sí te amo, mamá! ¡Y mucho! No me gustaría que te pasara algo, y por eso estoy aquí, para apoyarte y ayudar a mejorarte.
Amelia lentamente caminó hacia su hijo y lo abrazó con ternura.
—¿A qué te refieres con descansar, mamá…?
—En un minuto lo entenderás.
Dicho eso, Vincent vio atónito como su madre, a medida que continuaba su camino, se desvanecía lentamente a manera de vapor hasta no quedar rastro de ella. Inmediatamente se escuchó un extraño ruido desde el segundo piso. Subió corriendo y buscó habitación por habitación.
Triste fue ver la escena de una silla tirada, una viga rota, su madre muerta con la columna partida, una soga alrededor de su cuello y el relicario, con la foto de ambos, reposando sobre la cama.

Fuente: Creepypasta

lunes, 12 de diciembre de 2011

Terror en el baúl



Transitaba por la ruta que me llevaría a la  de mis , a los cuáles no veía desde hacía un largo tiempo. Era la  vez que iba por este camino y me pareció bueno, pues había pocos  y podía ir ligero. El único inconveniente era que las estaciones de servicios estaban muy alejadas unas de otras, y un problema con el vehículo me significarían muchas horas de espera.
Parecía una tarde que iba a ser soleada, sin embargo y sin previo aviso, comenzó a llover y un gran viento se levantó. Era tan fuerte que lograba mover el auto hacia un costado; incluso hasta tenía miedo de que me hiciera chocar con otro vehículo que viniera del lado contrario. También hacía agitar las hojas de los árboles de tal manera que me mareaban y lograban desconcertarme.
Pasaron los minutos; la lluvia se hizo más fuerte y ya no podía ver los  letreros que pasaban a los costados. El  se me hacía cada vez más dificultoso e incluso el volante se me escapaba de las manos, como si el viento mismo condujera el auto hacia mi destino.
El caer de las gotas de lluvia sobre el auto era tan intenso que no me dejaban escuchar ni siquiera el motor, entonces encendí la radio. Oí en las noticias que los vientos superaban los ciento veinte kilómetros por hora y por esto, decidí disminuir la . Creía que yendo más lento no tendría ningún problema conduciendo, pero me equivoqué. De repente un golpe seco se sintió sobre el parabrisa y un alarido retumbó, pero fue acallado rápidamente por la lluvia. El miedo me invadió, pues había atropellado a alguien. Frené y detuve el motor. Me quedé inmóvil en el auto; me pareció que pasaron unos minutos y miré hacia elparabrisas: había sangre, pero ninguna marca de un golpe…
Mi mirada permanecía sobre la sangre. Parecía que la fuerte lluvia no quería que olvidara que agonizaba alguien afuera, pues no lavaba la mancha.
Abrí la guantera muy nervioso, tomé el impermeable y me lo puse. Jamás había tardado tanto en abrir la puerta del auto… tenía miedo de enfrentarme a la realidad.
Ya afuera comencé a buscar a quien había atropellado, pero ni siquiera había rastros de que algo hubiera pasado allí. Estuve unos minutos recorriendo el lugar, pero no encontraba nada. ¿Podía ser que lo que atropellé se haya escapado? Regresé al automóvil y sorprendido, vi manchas de sangre sobre el asiento; pero rápidamente me tranquilicé, pues seguramente cuando abrí la puerta del auto las gotas sobre el parabrisas habían entrado.
Encendí el vehículo y continué con mi camino. Me autoconvencí de que no podía haber sido una persona lo que había atropellado, pues nadie en su sano juicio estaría a merced de esta tormenta infernal ni tampoco en una ruta completamente vacía. Ya me sentía mejor, casi no estaba nervioso, pero no sabía que esto recién comenzaba…
El auto se detuvo justamente cuando un aterrador rayo se disparó desde las nubes. Había combustible, las baterías estaban cargadas, el auto era nuevo… ¿Cómo es que se detuvo? Tampoco había forma de que arrancara, los intentos por hacerlo eran en vano.
Me bajé del auto sin impermeable, pues no me importaba, igualmente estaba todo mojado. Logré llevar el auto fuera de la ruta y luego entré nuevamente. En ese momento decidí quedarme a dormir allí, pues ya oscurecía.
Comenzaba a dormirme, pero un extraño ruido me despertó. La lluvia había parado y ya era de noche. Miré hacia el asiento trasero, pero no había nada, entonces me quedé atento, esperando otra vez ese ruido. Pasaron varios minutos y nuevamente se repitieron. Estaba desconcertado, me intrigaba saber de dónde provenían los ruidos y entonces decidí salir del vehículo.
Miré el auto desde todos los ángulos, no parecía haber nada anormal, hasta que noté que de la cajuela un hilo de sangre se desprendió. En voz alta me dije “¿Todavía quedó sangre de lo que atropellé?” Era imposible, pues la colisión había sido de frente. Vi algo que se movió dentro del auto, y no tuve dudas, alguien estaba allí. Abrí la cajuela para buscar un hacha que siempre llevaba, pero no se encontraba.
Mantuve los ojos abiertos y dirigidos al coche; nuevamente vi un movimiento en el interior e instantáneamente el corazón comenzó a latirme fuertemente. Tomé un palo del suelo para pegarle a lo que hubiera dentro del vehículo y sin esperar, abrí la puerta trasera, pero alguien saltó sobre mí, tirándome al suelo. Lo pateé y logré verlo. Tenía el rostro horriblemente desfigurado, pero lo que más me aterró fue que en sus manos sostenía el hacha que me faltaba.
Conseguí desprenderme alejarme de él y corrí hacia el campo desierto. Llegué al alambrado, pero la desesperación hizo que me quedara enganchado entre sus púas. Intentaba liberarme, mientras miraba cómo el maniático se acercaba con el hacha en sus manos. Finalmente me libré, y corriendo de un lado hacia otro, esquivándolo, llegué hasta el auto. Saqué de la caja de herramientas un martillo grande y me dirigí hacia el sujeto.
Me encontraba frente a frente con el maniático. Él con su hacha y yo con mi martillo. Estábamos solos los dos, sin nadie a nuestro alrededor. De un salto trató de llegar a mí, pero le arrojé el martillo sobre su cabeza y el golpe lo desplomó. Estaba inmóvil y creí que lo había desmayado.
Me acerqué lentamente. Tenía una gran marca amoratada en su frente. Parecía un hombre de unos cuarenta años y estaba desfigurado, pero no era por el choque. Salté cuando vi que sus ojos se abrieron, pero parecía que no podía moverse demasiado. Me quedé observándolo un rato, esperaba que muriera.
Recordé que tenía un recipiente con gasolina en la cajuela y fui a buscarlo, pero cuando regresé, el sujeto ya no estaba tirado. Giré y miraba hacia todas partes; parecía que se había perdido o que se lo había tragado la tierra, hasta que al fin lo vi bajo el auto, y todavía sostenía el hacha en su mano.
Sentía el agudo silbido del viento, el cual parecía que aconsejaba deshacerme del tipo. Entonces me agaché y tomé el hacha sin mayor resistencia, pues él ya había muerto. Arrastré el cuerpo hacia la zanja y lo rocié con gasolina. Encendí un fósforo y se lo arrojé. Me quedé mirando cómo el cuerpo ardía y cada parte se chamuscaba. Era tan intenso el calor, que las hojas húmedas por la lluvia igualmente se encendían. Trataba de tranquilizarme, pero sabía que a esta hora de la noche cualquiera podía ver este gran fuego desde lejos.
El cuerpo se calcinó y, con ayuda de algunas ramas, logré hundirlo en un gran charco de lodo que había unos metros más adelante. Regresé al coche y después de dos intentos, encendió.
Continué mi camino. Estaba totalmente agotado y llegué a una gasolinera. Llené el tanque, pues quedaban muchos kilómetros por recorrer todavía.
Transcurrió el tiempo, ya era de mañana, y llegué a un cruce, donde los agentes de Recursos Naturales estaban haciendo un control, pues en esa época, estaba prohibida la caza de algunos animales. Como pocos venían por ese camino, estuvieron un rato largo observando el vehículo, incluso revisaron la cajuela y dialogaron entre ellos, mientras yo leía un catálogo que me habían entregado. Finalmente, después de diez minutos uno de ellos me dijo:
– ¿Estuvo cazando?
– No, ¿porqué lo dice?
– Es que veo manchas de sangre en su vehículo.
– Ahh… Sucede que en la tormenta atropellé algún pequeño animal, pero no le hizo daño al auto.
Pasaron segundos, el agente me miró fijamente a los ojos y yo a él. Finalmente me dijo con frialdad:
– Queda usted detenido.
Al sentir esas palabras el cuerpo se me heló, y sólo me preguntaba para mí ¿qué sucedía?. Y en unos segundos, más palabras me destruyeron por completo:
– Hallamos un cuerpo carbonizado en la cajuela.
Fuente:  Creepypastas