lunes, 27 de febrero de 2012

Psicosis (Segunda Parte)

No sé qué pensar. Recorrí mi departamento desesperado, sosteniendo mi celular en cada rincón para ver si puedo obtener algo de señal. Finalmente, en el baño, cerca de una de las esquinas superiores, una barrita. Sosteniéndolo a esa altura, envié un mensaje de texto a cada número de mi lista. Tomé en cuenta la posibilidad, el peor escenario, lo peor que imagino. Envié:


¿Has visto a alguien cara a cara últimamente?


A este punto, sólo necesito una respuesta. No me importa cuál sea, o si me dejé en ridículo al hacer esto. Intenté hacer una llamada, pero no podía elevar mi cabeza lo suficiente, y si bajaba el teléfono tan siquiera un centímetro, perdía la señal. Luego recordé la computadora y fui directo a por ella, envíe mensaje a todos mis contactos conectados. La mayoría estaba ausente u ocupado. Nadie respondió. Perdí la paciencia. Empecé a inventarme pretextos para justificar que vinieran hasta aquí. No me importa nada a estas alturas. ¡Sólo necesito ver a otra persona!


Desbaraté mi apartamento tratando de buscar algo que pasé por alto; alguna forma de contactar a otro ser humano sin abrir la puerta. Sé que es loco, sé que es irracional, pero es posible, ¡es posible! Y necesito estar seguro. Fijé el celular al techo por si acaso.


Martes.


¡El celular sonó! Agotado por el alboroto de anoche, debí haberme quedado dormido. Me despertó el tono de mi celular, corrí al baño, me paré en el retrete y lo alcancé para contestar la llamada. Era Amanda, y ahora me siento mucho mejor. Estaba muy preocupada por mí y aparentemente ha intentado llamarme desde que la dejé plantada. Viene para acá, sí, sabía dónde estoy sin necesidad de que se lo dijera. Estoy muerto de la vergüenza. Definitivamente voy a tirar este diario antes de que alguien lo vea. Ya ni sé por qué sigo escribiendo en él. Bueno, quizá porque ha sido el único tipo de comunicación que he tenido desde… Dios sabe cuando. Me veo terrible. Me di un vistazo al espejo antes de volver aquí. Mis ojos están hundidos, mi barba más grande y pareciera que estoy enfermo.


Mi apartamento está hecho un desastre, pero no voy a limpiarlo. Creo que necesito que alguien más vea por lo que he pasado. Estos últimos días no han sido normales, por donde lo vea. No soy de los que imaginan cosas. He sido víctima de la probabilidad. Seguro estuve a punto de ver a otra persona en docena de ocasiones. Nada más fue que salí cuando era tarde por la noche, o medio día cuando todo el mundo está trabajando. Ahora sé que todo está bien. Además, encontré algo ayer que me ayudó tremendamente: ¡un televisor! Lo conecté justo antes de sentarme a escribir esto, y lo escucho sonar de fondo. La televisión siempre ha sido un escape para mí, y me recuerda que afuera de estos muros un mundo sigue andando, crea lo que crea.


Me alegra que Amanda haya sido la única que me contactó luego de haber mandado todos esos absurdos mensajes. Ha sido mi mejor amiga durante años. Ella no lo sabe, pero cuento al día en que la conocí como uno de los mejores que he tenido en toda mi vida. Fue un tibio día de verano. Pareciera como si el recuerdo estuviera arrancado de un mundo distinto del que me encuentro ahora. Sentí como que pasaron días enteros en ese parque, al que ya estábamos demasiado grandes para ir, hablando con ella solamente. Todavía siento que puedo volver a ese momento en veces, y me recuerda que este lugar no es lo único que existe… Al fin, ¡llaman a la puerta!





Pensé que era raro que no pude verla por la cámara que escondí en el pasillo. Supuse que fue por la perspectiva, como el no poder ver mi puerta. Debí saberlo. ¡Debí saber que eso sería un problema! Después de que tocara, grité en tono de broma que tenía la cámara entre las máquinas; vaya que había dejado mi paranoia ir lejos. Vi su imagen acercarse y bajar la vista hasta dar con ella. Sonrió y saludó con una de sus manos.


“Qué hay”, dijo alegremente, mirando curiosa.


“Lo sé, es raro”, hablé por el micrófono conectado a mi computadora. “He tenido una mala racha”, agregué.


“Seguro”, contestó. “Ábreme Juan”.


Dudé. ¿Cómo podía estar seguro?


“Sígueme un poco la corriente ¿sí?, dime algo sobre nosotros, sólo para probar que eres tú”.


Miró a la cámara, se tocó la barbilla, volteó hacia arriba; sacó un papel y un lápiz. Escribió en ellos. Enseñó el papel para que pudiera verlo en la cámara. Decía:


“Ya estábamos muy grandes para ese parque”.


Suspiré profundamente, la realidad volvía, el miedo se disipaba. Dios, había sido tan ridículo. ¡Por supuesto que era Amanda! Ese recuerdo no estaba en ningún otro lugar más que mi memoria. Nunca he hablado con nadie de ese día, y no por vergüenza, sino por tenerlo como un nostálgico recuerdo. Si había alguna entidad desconocida que trataba de engañarme, como temía, de ninguna forma podría saber sobre ese día.


“Bueno, dame un segundo”, le dije entre risas.


Corrí a mi pequeño baño y peiné mi cabello lo mejor que pude. Me miraba terrible, pero ella entendería. Riendo por mi tonto comportamiento, y el desorden en el que estaba, caminé hacia la puerta. Puse mi mano sobre la perilla y di un último vistazo a mis espaldas. Comida mordisqueada regada por el suelo, el bote de basura caído y la cama que había volcado hacía unas horas, buscando… Dios sabrá qué estaba buscando. “Tan tonto”, pensé.


Casi le di vuelta a la perilla, pero mis ojos notaron una cosa más: la cámara que usé para chatear con mi amigo. La esfera negra estaba sobre un costado, el lente apuntaba a la mesa en donde este diario se encontraba. Un terror enorme se apoderó de mí en cuanto pensé que si algo podía mirar a través de esa cámara, vería lo que había escrito acerca de ese día. Le pedí una cosa, cualquier cosa acerca de nosotros, y ella escogió la única en el mundo que creí eso o ellos no sabrían… pero lo hacen, ¡lo saben! ¡Hasta pudieron haberme observado todo este tiempo!


No abrí la puerta. Grité. Grité sin parar. Arranqué la cámara y la estampé contra el suelo. La puerta tembló y la perilla intentó girar, pero no escuché la voz de Amanda al otro lado. ¿Era tan siquiera ella quién estaba afuera? ¿Quién más pudo ser sino Amanda? ¿Quién demonios estaba afuera? ¡¿Qué demonios estaba afuera?! La vi por la cámara, la escuché por mis parlantes, ¿pero fue real? ¡¿Cómo podría saberlo?!


Grité alarmado por ayuda. Aseguré la puerta con todos mis muebles. Por ahora se ha ido.


Viernes.


Al menos creo que es viernes. He roto todos mis aparatos electrónicos. Desbaraté mi computadora. Cualquier cosa ahí podía, a fin de cuentas, ser manipulada por medio de la red. Sé de eso, soy un programador. No puedo arriesgarme. Cada pequeño dato respecto a mí, mi nombre, mi mail, mi ubicación, todas fueron cosas que he dicho. He releído lo que he escrito una y otra vez. He intentado juzgar lo que he escrito, bailando entre el miedo y el escepticismo. A veces me consta que una entidad está decidida en el simple objetivo de hacerme salir de aquí. Desde el principio, Amanda no hizo nada más que pedirme que abriera la puerta y saliera, cuando me llamó. Puedo leerlo, puedo leerlo claramente ahora.


Trato de ver las cosas desde todos los ángulos. Por un lado, soy un lunático que ha interpretado una convergencia de probabilidades extremadamente improbables, pero factible: nunca asomarme en el momento adecuado, nunca ver a otra persona por mero azar, recibir un correo extraño como los miles que es posible recibir, pero en el momento preciso. Por el otro, esa convergencia extrema de probabilidades es la única razón por la cual, lo que sea que esté afuera, no me ha atrapado aún: nunca abrí la puerta corrediza del tercer piso, y tal vez nunca debí de abrir la puerta metálica al final del corredor. No volví a abrir la puerta de mi apartamento después de abrir la puerta metálica. Lo que sea que esté allá afuera -si es que está allá afuera- nunca “apareció” en el pasillo antes de que abriera la puerta metálica. Tal vez se había dedicado a cazar a todas las presas que se encontraban al descubierto y luego esperó, hasta que delatará mi existencia al tratar de llamar a Amanda… una llamada que no se concretizó hasta que eso me hablara y preguntara por mi nombre…


Mi temor literalmente me abruma cada vez que intento acoplar todas las piezas de esta pesadilla. Ese correo -corto, cortado- era de alguien intentando decir algo. ¿Una advertencia aliada, intentando llegar a mí antes de que fuera muy tarde? Ver con mis propios ojos, no confiar. Puede que tengan dominadas todas las cosas electrónicas, que hayan elaborado una enorme red, para engañarme y hacerme salir. ¿Por qué no puede entrar? Tocó la puerta, así que al menos parcialmente, es sólido. La puerta. La idea de esas puertas como monolitos guardianes en el tercer piso aparece cada vez que mis pensamientos siguen este rumbo. Si hay alguna entidad etérea intentando que salga a la intemperie, quizá esa entidad es incapaz de cruzar las puertas.


No paro de pensar en todos los libros que he leído, en todas las películas que he visto, intentando encontrar la respuesta a esto. Las puertas siempre han sido gatillos de la imaginación humana, plasmados en numerosas ocasiones como portales de singular importancia ¿O quizá la puerta es muy gruesa? Yo no podría derribar ninguna de las puertas de este edificio, sobre todo las del sótano. Dejando eso a un lado, ¿por qué me quiere a mí? Incluso yo puedo imaginar al menos una docena de formas de matarme, incluyendo dejar que me pudra aquí abajo y muera de hambre. Quizás eso es precisamente lo que está haciendo. Está llenándome de miedo. Pero ¿y si no quiere matarme? ¿Si puede hacer algo peor? Dios, ¡¿cómo salgo de esta pesadilla?!


Llaman a la puerta…





Le dije a la gente del otro lado de la puerta que necesitaba unos minutos más para pensar las cosas y saldría. Sólo estoy escribiendo esto para decidir qué hacer. Al menos esta vez he escuchado sus voces. Mi paranoia –sí, reconozco que estoy paranoico- me hace pensar en todas las formas que una voz humana podría fingirse con algún medio electrónico. El pasillo podría estar lleno de altavoces, simulando voces humanas. ¿Realmente les tomó tres días venir a hablar conmigo? Se supone que Amanda está allí afuera, junto con dos policías y un psiquiatra. Tal vez les tomó tres días pensar en qué decirme. La explicación del psiquiatra sería muy convincente, si decidiera pensar que todo esto no ha sido nada más que un extraño mal entendido y dejar fuera de la ecuación a la entidad que intenta engañarme para abrir la puerta.


El psiquiatra tiene la voz de un viejo. Autoritaria pero sensible. Me agrada, me recuerda a la de mi propio padre. ¡Estoy desesperado por ver a alguien con mis propios ojos! Dice que sufro de algo llamado cyberpsicósis, y soy sólo uno más de una enorme epidemia que se cuenta por miles, detonada por un correo sugestivo que “se filtró de alguna forma”. Juro que lo dijo así: “Se filtró de alguna forma”. Creo que intenta decir que se esparció por todo el país inexplicablemente, pero sospecho demasiado que a la entidad se le ha resbalado algo. Dijo que soy parte de una ola de “comportamiento emergente”; que muchas personas más están enfrentando mi mismo problema, y el mismo miedo, aunque nunca nos hemos comunicado.


Eso explica el correo que recibí sobre ver con mis propios ojos. No recibí el correo detonante original. Recibí un descendiente. Mi amigo pudo haber perdido la razón también, he intentado advertir a todo el mundo sobre su paranoico miedo. Así es como el problema se esparce, afirma el psiquiatra. Pude haberlo esparcido también, con el mensaje que envié por el celular y los que mandé por el messenger. Alguno de todos esos contactos podría estar volviéndose tan loco como yo, después de haber leído uno de esos mensajes, y ahora estar interpretando la realidad en la forma en la que lo estoy haciendo yo.


El psiquiatra me dijo que no quería “perder uno más”. Que la inteligencia de gente como yo, es precisamente nuestra perdición. Dibujamos conexiones tan bien, que incluso las dibujamos en donde no deberían estar. Dice que es fácil comenzar a acumular paranoia en el mundo en el que ahora vivimos, un lugar en constante cambio en donde cada vez mayor parte de nuestra interacción es simulada…


Hay que admitirlo, es una explicación hermosa. Reúne y explica todo. Lo explica perfectamente, de hecho. Tengo todas las razones del mundo ahora para sacudirme este horror atávico de que una cosa o algo se encuentre del otro lado de la puerta, lista para capturarme y llevarme a un destino peor que la muerte. Sería tonto, tras oír esa explicación, permanecer aquí hasta morir de hambre sólo para evitar a esa entidad que quizá ya haya atrapado a todos los demás. Sería tonto pensar, tras oír esa explicación, que yo sería una de las pocas personas que restan en un mundo vacío, escondiéndome en mi seguridad del sótano, jodiendo a una impensable y engañosa entidad que juega a ser omnipotente con tan sólo rehusarme a abrir una puerta. Es una explicación perfecta para cada cosa extraña que he escrito aquí; tengo todas las razones del mundo para dejar ir mis miedos, y abrir esa puerta.


Y es exactamente por eso que no lo haré.


¡¿Cómo puedo estar seguro?! ¿Cómo puedo saber qué es real y qué un engaño? Todas estas malditas cosas con sus cables y sus señales que nacen de un origen imperceptible y llegan hasta ti. ¡No son reales, no puedo estar seguro! ¡Señal de video, de celular, correos! Incluso la televisión, ahora silenciosa, partida por la mitad, en el suelo. ¿Cómo podría saber qué es real? Todo mensaje no es más que energía, ondas, luz… la puerta. ¡Está golpeando la puerta! ¡Intenta entrar! ¿Qué alimaña mecánica podría estar empleando para simular a un hombre golpeando una puerta tan perfectamente? Al menos ahora podré verlo con mis propios ojos… No queda nada más aquí con lo que pueda engañarme. ¿No puede engañar a mis ojos, o sí? Ve con tus propios ojos no confíes en ell… alto… Ese mensaje trataba de decirme que confiara mis ojos, ¡¿o advertirme sobre mis ojos también?! Oh por Dios, ¿cuál es la diferencia entre un cámara y mis ojos? Ambos transforman la luz en señales eléctricas, ¡son lo mismo! No puedo permitir que me engañe, dios, ¡no puedo permitir que me engañe! No voy a permitirlo; no puedo estar seguro, ¡necesito estar seguro!


Fecha desconocida.


He pedido tranquilamente una pluma y un papel, por el día, por la noche, hasta que finalmente me los dio. No que importe. ¿Qué voy a hacer? ¿Sacarme los ojos de nuevo? Los vendajes se sienten como una parte de mí ahora. El dolor se ha ido. Supuse que ésta sería una de mis últimas oportunidades de escribir legiblemente, pues, sin mi vista que corrija errores, mis manos ligeramente olvidarán el mecanismo involucrado. Es un capricho, escribir… un vestigio de otra era, porque ciertamente ha asesinado el resto del mundo… O algo peor.


Me siento contra la pared día y noche. La entidad me trae comida y agua. Se disfraza como una amable enfermera, como un antipático doctor. Sabe que mi oído se ha agudizado considerablemente ahora que estoy en oscuridad. Finge conversaciones en el corredor, con la intensión de que lo escuche. Una de las enfermeras habla sobre tener un bebé pronto. Uno de los doctores perdió a su esposa en un accidente de auto. No que importe, nada de eso es real. Nada me llega, no como ella lo hace.


Esa es la peor parte, la parte que casi no puedo resistir. Esa cosa viene a mí, enmascarada como Amanda. Su recreación es perfecta. Suena exactamente como Amanda, se siente exactamente como ella. Hasta produce una simulación razonable de sus lágrimas que me obligó a sentir sobre sus tibias mejillas. En un inicio, cuando me trajo aquí, me dijo todas las cosas que quería escuchar. Me dijo que me amaba, que siempre lo había hecho, que no entendía el porqué de esto, que todavía podíamos tener una vida juntos, ir al parque todos los días, si quería.


Tan sólo tenía que dejar de insistir sobre la farsa. Quería que creyera. No, necesitaba que lo hiciera, que era real, que era ella. Jamás sabrás qué tan cerca estuve de responder a ese acto tuyo. Dudé de mi mismo por mucho tiempo. Pero es un perfeccionista, todo era demasiado real o lo que entiendes por real, y, ¿sabes?, la realidad tiene otras cosas que aún no alcanzas a captar, quizá porque ni siquiera nosotros mismos logramos hacerlo del todo, ni representarlo.


La falsa Amanda venía todos los días, luego cada semana, hasta que por fin dejó de joderme con ella… pero no creo que la entidad se rinda. El juego de esperar es tan sólo otro de sus trucos. Lo resistiré por el resto de mi vida, si es necesario. No sé qué fue lo que le ocurrió al resto del mundo, pero sí sé que esta cosa necesita que caiga. Si es así, entonces tal vez, sólo tal vez, soy una piedra en su camino. Quizá Amanda sigue con vida en algún lado, mantenida con vida sólo por mi voluntad de resistir el engaño. Me sostuve a esa esperanza, meciéndome adelante y atrás en mi celda para pasar el tiempo. Nunca me rediré. Nunca caeré. Soy… ¡un héroe!


===


El doctor leyó el papel en el que el paciente había escrito. Apenas podía entenderse, escrito con la temblorosa mano de un ciego. Quería sonreír ante la firme determinación del joven, un recordatorio de la voluntad humana por sobrevivir, pero sabía que el paciente estaba completamente delirante.


Después de todo, una persona sana hubiera caído en el engaño hace tiempo.


El doctor quería sonreír. Quería susurrar palabras de ánimo al delirante joven. Quería gritar, pero los delgados filamentos conectados en los nervios de su cabeza, y en sus ojos se lo impedían. Su cuerpo caminaba a la celda como una marioneta, y le decía al paciente, una vez más, que estaba equivocado, y que no había nadie tratando de engañarlo.


Fuente: Creepypasta

Psicosis (Primera parte)

Domingo.


No estoy seguro de por qué estoy escribiendo esto en papel y no en mi computadora. No es que no confíe en mi computadora… sólo… Necesito organizar mis ideas. Poner todos los detalles en un lugar objetivo, un lugar donde sepa que lo que escribo no puede ser borrado o… cambiado… no que haya pasado. Es mi memoria, enturbia las cosas, las reensambla.


Estoy comenzando a sentirme agobiado en este diminuto apartamento. Quizá ese es el problema. Sí, tenía que ir y escoger el más barato apartamento, el único en todo el sótano. La falta de ventanas hace que el día y la noche parezcan la misma cosa. No he salido en unos días porque he estado sumergido en este proyecto de programación, supongo que quería acabarlo de una buena vez. Horas de estar sentado delante de un monitor puede hacer que cualquiera se sienta extraño, lo sé, pero no creo que sea por eso.


No estoy seguro de cuándo comencé a sentir que algo andaba raro. Ni tan siquiera puedo definir qué es. Probablemente porque no he hablado con nadie en un tiempo. Eso es lo primero que me inquietó. Todos con los que normalmente hablo por msn mientras programo han estado ausentes, o simplemente desconectados. Mis mensajes no fueron respondidos. El último correo que recibí fue de un amigo diciéndome que charlaría conmigo cuando volviera de la tienda, y eso fue ayer. Le llamaría con mi celular, pero aquí la señal es terrible. Sí, eso es. Sólo necesito llamar a alguien. Voy a salir.





Bueno, eso no se dio tan bien. Mientras la sensación de temor se desvanece, me siento un poco ridículo por haber estado asustado en absoluto. Me miré en el espejo antes de salir, pero no me afeité la barba de dos días que he crecido. Después de todo saldría tan sólo para hacer una corta llamada. Aunque sí me cambié de camisa, pues era hora de almorzar, y supuse que me encontraría al menos con una persona que conociera. O al menos eso era lo que quería, ojalá lo hubiera hecho.


Cuando salía, ligeramente abrí la puerta de mi apartamento. Una sensación de ahogo ya de alguna forma se había evacuado de mi cuerpo, por una razón desconocida. Se lo atribuí a no haber hablado con nadie más que yo por uno o dos días. Me asomé en el deslucido corredor, tan deslucido como el corredor de un sótano puede ser. Apenas iluminado por un trío de lámparas de neón que no dejan de chasquear, encendiéndose y apagándose en una agonía que al parecer durará mucho tiempo todavía. En un extremo, la gran puerta metálica que lleva a la sala principal del edificio. Estaba cerrada, por supuesto. Dos oxidadas máquinas expendedoras a su lado; compré un refresco de una de ellas mi primer día aquí, pero tenía pasada la fecha de caducidad desde hace dos años. Estoy bastante seguro que nadie más en el edificio sabe que estas máquinas están aquí abajo, que mi tacaña casera simplemente no le interesa reabastecer.


Deslicé mi puerta con suavidad, y seguí el camino procurando no hacer sonido alguno. No tengo idea de por qué decidí hacer eso, pero era divertido rendirse al absurdo impulso de no perturbar el letárgico zumbido de las máquinas expendedoras, camuflarse con el rumor general del pasillo. Llegué al primer descanso de escaleras y subí hasta la puerta principal del edificio. Miré por la cuadrada ventanilla de la puerta, y para mi gran sorpresa, definitivamente no era hora de almuerzo. La penumbra de la noche envolvía las calles de la ciudad, y las luces de los automóviles que daban vuelta en la intersección iluminaban a la distancia como faroles. Nubes púrpuras y negras por el brillo de la ciudad colgaban inmóviles del firmamento. Nada se movía excepto por los pocos abedules de la acera meneados por el viento. Recuerdo temblar aunque no tenía frío. Quizá fue por el viento de afuera. Podía vagamente oírlo a través de la puerta, y sabía que era esa particular clase de viento de media noche, ese que es constante, frío y callado, salvo por la dulce melodía que sonaba cuando se abría paso entre las incontables hojas de los árboles.


Decidí no salir.


En su lugar, levanté mi celular a la altura de la ventanilla, y revisé el medidor de señal. Las barritas llenaron el medidor, y sonreí. Tiempo de escuchar la voz de alguien más, recuerdo que pensé, aliviado. Era algo tan extraño, el tenerle miedo a nada. Negué con mi cabeza riéndome de mi mismo en silencio. Marqué el número de mi mejor amiga Amanda y acerqué el teléfono a mi oreja. Sonó una vez… y entonces paró. Nada pasó. Escuché el silencio por unos buenos veinte segundos, y colgaron. Fruncí el seño y miré al medidor de señal; todavía lleno. Estaba marcando su número de nuevo cuando el teléfono sonó en mi mano, asustándome. Lo pasé a mi oreja.


“¿Bueno?”, pregunté, reteniendo el ligero shock de oír hablar la primera voz en días, aún si se tratase de la mía. Estaba tan acostumbrado a los regulares sonidos del edificio, de mi computador y el de las máquinas expendedoras en el corredor. No hubo ninguna respuesta a mi saludo en un principio, pero luego, una voz se escuchó.


¿Qué hay?”, dijo claramente la voz de un joven, al otro lado de la línea. “¿Quién habla?”


“Juan”, le respondí, confundido.


“Ah, perdón, número equivocado”, contestó, y colgó.


Bajé el celular lentamente y recargué mi cuerpo contra la pared. Eso fue extraño. Revisé en mi registro de llamadas, el número era desconocido. Antes de que pudiera meditar sobre ello, el celular sonó de nuevo, asombrándome una vez más. Está vez miré el número antes de contestar. También era desconocido. Coloqué el aparato junto a mi oído, pero permanecí en silencio. Todo lo que escuché fue el usual sonido de fondo de un celular. Entonces, una voz familiar acabó con mi tensión.


“¿Juan?”, fue la única palabra, por la voz de Amanda.


Suspiré aliviado.


“Hey, eres tú”, contesté.


“¿Quién más iba a…? Ah, el número. Estoy en una fiesta en la Séptima Avenida, y mi teléfono murió justo cuando me llamaste. Éste es el teléfono de alguien más, naturalmente”.


“Ah, bueno”, le dije.


“¿Dónde estás?”, preguntó.


Paseé los ojos por lo muros y su pintura descarapelada, la puerta que tenía frente, con su pequeña ventilla.


“En mi departamento”, suspiré. “Sólo me sentía un poco encerrado. No sabía que era tan tarde”.


“Deberías venir aquí”, me dijo, riendo.


“Nah, no estoy de humor para ir a caminar solo a estas horas”, dije, mirando por la ventanilla a la silente y airosa calle que secretamente me causaba un poco de temor. “Creo que mejor voy a seguir trabajando o me iré a dormir”.


“¡Tonterías!”, contestó. “¡Puedo ir a traerte! ¿Tu departamento queda cerca de aquí, cierto?”


“¿Que tan borracha estás?”, le pregunté divertido. “Tú sabes dónde vivo”.


“Ah, claro. ¿Supongo que puedo llegar allí caminando, no?”


“Puedes si quieres desperdiciar media hora”.


“Cierto”, contestó. “Bueno, me tengo que ir, ¡suerte con tu trabajo!”


Bajé el teléfono de nuevo, viendo a los números parpadear en la pantalla mientras la llamada finalizaba. El inquieto zumbido de las máquinas se reprodujo en mis oídos. Las dos llamadas extrañas y la vista a esa tétrica calle terminaron por encarrilarme de nuevo a mi soledad en esta vacía sala. Tal vez por haber visto tantas películas de terror, tuve la súbita idea de que algo inexplicable podría asomarse por la ventanilla de la puerta y verme, alguna clase de horrible entidad que se pasa orbitando en el borde de la soledad, esperando el momento para arrastrarse hasta algún ser humano que se ha alejado demasiado de los de su clase. Sabía que el miedo era irracional, pero no había nadie cerca, así que… bajé las escaleras, corriendo por el pasillo hasta mi cuarto, cerrando la puerta tras mío lo más velozmente que pude, procurando mantener el silencio. Como dije, me siento un poco ridículo por haber estado asustado de nada, y el temor ya se ha desvanecido. Escribir esto me ayuda mucho, me hace darme cuenta de que nada anda mal. Filtra mis pensamientos incompletos y miedos, dejando sólo hechos concretos y objetivos. Es tarde, recibí una llamada de un número equivocado, y al teléfono de Amanda se le agotó la carga, así que llamó de vuelta con otro teléfono. Nada extraño está pasando.


Aun así, hubo algo inusual en esa conversación. Sé que pudo haber sido por el alcohol que había tomado… ¿O fue ella a quién sentí extraña? O fue… sí, ¡eso es! No me di cuenta hasta ahora, hasta escribirlo. Sabía que hacer esto ayudaría. Ella dijo que estaba en una fiesta, ¡pero lo único que escuché en el fondo fue silencio! Claro, eso no significa nada en particular, pues ella pudo haber ido afuera a tomar la llamada. No… eso tampoco pudo ser. ¡No escuché el rumor del viento! ¡Necesito ir a ver si el viento está soplando!


Lunes.


Olvidé terminar de escribir anoche. No sé qué esperaba ver cuando crucé por el pasillo y asomé el rostro por la ventanilla. Me siento ridículo. El miedo de anoche me parece vago e irrazonable ahora. No puedo esperar para salir y ver la luz del día. Voy a revisar mi correo, afeitarme, darme un baño, ¡y finalmente salir de aquí! Un momento… Creo que escuché algo.





Era un trueno. Todo eso sobre la luz del día y el aire fresco no pasó. Subí por el camino de escaleras, sólo para encontrar decepción. El cristal en la puerta principal era sacudido por la corriente de lluvia torrencial que se desataba afuera. Sólo una muy gris, débil luz se filtraba desde las nubes en lo alto y llegaba hasta aquí; pero al menos sabía que era de día, incluso si era un decaído y húmedo día. Intenté quedarme a esperar que un relámpago iluminase la escena, pero la lluvia era muy fuerte y no pude visualizar nada más que indistinguibles siluetas paseándose por extraños ángulos de la corriente bañando la ventanilla. Decepcionado, me di la vuelta, pero no quería volver a mi cuarto. En su lugar, deambulé por las escaleras, al primer piso, al segundo. Terminé en el tercer piso, el más alto del edifico. Miré a través del vidrio que había a un lado de las escaleras, en la pared que conectaba a las habitaciones; pero era de esos gruesos y distorsionados que bloquean la luz. No que hubiera mucho que ver en la lluvia después de todo.


Me paseé por el alfombrado pasillo del piso. Las diez o tantas puertas de madera, pintadas de azul hace mucho tiempo, estaban todas cerradas. Escuché atentamente mientras caminaba, pero era medio día, así que no me sorprendió no oír nada más que el sonido de la lluvia afuera. En lo que permanecí allí parado, en ese turbio lugar, tuve la extraña y fugaz impresión que las puertas estaban cimentadas como silenciosos monolitos de granito esculpidos por una antigua y olvidada civilización para un insondable propósito de guardián. Cayó un relámpago que iluminó el pasillo, y pude haber jurado que, sólo por un momento, las viejas y roídas puertas azules se vieron justo con ásperas rocas. Me reí de mi mismo por dejar que mi imaginación me jugara así, pero entonces se me ocurrió que el resplandor de ese rayo debe significar que hay ventanas cerca. Una distante memoria me llegó, y de inmediato recordé que el tercer piso tiene una alcoba con una puerta corrediza de cristal a la vuelta de donde estoy.


Emocionado por mirar la ciudad desde arriba, en medio de la lluvia e incluso quizá, ver a otra persona, caminé velozmente a la alcoba, encontrando la larga y delgada puerta corrediza. Era bañada como la ventanilla de la puerta principal. Extendí mi mano a la manilla para hacerlo, pero dudé. Tenía la más extraña sensación de que si la abría, vería algo completamente terrible del otro lado. Todo ha estado tan raro últimamente… Así que ingenié un plan, y volví aquí para llevar lo que necesitaba. No pienso realmente que lograré algo con ello, pero estoy aburrido, llueve, y me estoy volviendo loco de remate. Regresé a traer mi cámara web. De ninguna forma el cable alcanzaría llegar hasta el tercer piso, por lo que, en su lugar, voy a ocultarla entre las dos máquinas expendedoras en el oscuro extremo del sótano, pasar el cable por debajo de mi puerta, y poner cinta de aislar sobre él para camuflarlo en la tira de plástico que se corre por la base de las paredes del corredor. Sé que es tonto, pero no tengo nada mejor que hacer…


Bueno, nada pasó. Dejé abierta la puerta de mi apartamento, me llené de coraje, fui hasta la puerta metálica, la abrí y corrí como alma que lleva el diablo de nuevo a mi cuarto y azoté la puerta. Miré por la cámara web de mi computadora atento, viendo en la transmisión el pasillo afuera de aquí y una parte de las escaleras. Sigo observando en este momento, y no aparece nada interesante. Desearía que el ángulo de la cámara fuera distinto, que pudiera ver al menos una parte de mi puerta. ¡Hey! ¡Alguien se conectó!





Usé un más antiguo modelo de cámara que tenía en mi closet para chatear con mi amigo. No supe cómo explicarle por qué quería que fuera una videollamada, pero se sintió bien ver la cara de otra persona. No pudo hablar por mucho tiempo, y no hablamos de nada importante, pero me siento mucho mejor. Mi absurdo miedo ya casi ha pasado. Ya lo habría dejado a un lado, sino fuera por lo… extraño que transcurrió la conversación. Sé que he dicho que todo me ha parecido extraño, pero… sus respuestas fueron tan vagas. No puedo recordar ni una cosa específica que me haya dicho… ningún nombre, lugar o evento en particular… Pero si me pidió mi dirección de correo, para mantenerse en contacto. Un momento, me llegó un correo.


Estoy a punto de salir. Recibí un correo de Amanda para pedirme que nos reuniéramos en “el lugar donde siempre vamos”. Me encanta la pizza, y he estado comiendo de las sobras que había en lo que una vez fue una alacena decorosa; así que no puedo esperar. De nuevo, me siento ridículo por estos últimos días. Debería quemar este diario cuando regrese.


Otro correo.





Oh por Dios. Casi ignoro el correo y abro la puerta. Por poco y abro la puerta. Por poco y abro la puerto, pero leí el correo primero. Era de un amigo que tengo un buen tiempo sin ver, y fue enviado a muchísimos correos que deben ser cada contacto que tiene guardado. Carecía de título, y decía, simplemente:


“ve con tus propios ojos no confíes en ell”


¿Qué demonios puede significar eso? No me lo puedo sacar de la cabeza. ¿Es un mensaje enviado para advertir que algo ocurrió? ¡La frase claramente se mandó sin completar! En cualquier otro día hubiera tomado esto como spam, pero las palabras “ve con tus propios ojos”, no puedo evitar sino releer este diario y repasar estos últimos días, y caer en cuenta de que no he visto a ninguna persona con mis propios ojos o hablado con alguien cara a cara. La conversación en línea con mi amigo fue tan extraña, tan vaga, tan… misteriosa, ahora que lo pienso. ¿En serio fue misteriosa? ¿O es el miedo que está nublando mi memoria? Mi mente juega con los eventos que he organizado aquí, señalando que no ha habido ni un tan solo dato que haya dado sin sospechar. El “número equivocado” que obtuvo mi nombre y la subsecuente llamada de Amanda, el amigo que pidió mi dirección de correo… Yo le saludé primero cuando vi que estaba conectado. Y luego recibí un correo apenas terminó la conversación, ¡oh por Dios! ¡La llamada con Amanda! ¡Le dije por el teléfono, le dije que estaba a media hora de la Séptima Avenida! ¡Ellos saben que estoy cerca de allí! ¡¿Qué si están tratando de encontrarme?! ¿Dónde está todo el mundo? ¡¿Por qué no he visto o escuchado de nadie en días?!


No, no, esto está mal. Es de locos. Necesito calmarme.

sábado, 25 de febrero de 2012

Oblivión



Sus ojos se abrieron de repente. La grisácea claridad de una luz que parecía venir de todas partes hirió sus pupilas. ¿Cuánto tiempo llevaba dormido? No lo sabía con certeza. Su cabeza daba vueltas y sentía los miembros entumidos. ¡Dios, que frío tan horrendo le invadía! Se incorporó, lentamente, y miró, confundido, la habitación en la que se encontraba. ¿No era ese su cuarto de siempre, su lugar seguro? No, no sabía bien cómo, o por qué, pero las cosas se veían… diferentes.
Caminó, lentamente, hacia la puerta. ¡La puerta! ¿Dónde estaba la puerta? El muro desnudo parecía burlarse de su desconcierto. En su lugar, estaba un espejo. El mismo espejo que le vigilaba al dormir. “No te mires”, pensó. “Hagas lo que hagas, ¡no te mires!”.
Casi inmediatamente, se rió nerviosamente de su temor. ¿Por qué no habría de verse en el espejo?, ¿a qué podría temerle? Era sólo su reflejo… ¿O no? Y, sin embargo, no lograba reunir el valor de hacerlo. De alguna manera sentía que no le iba a gustar lo que vería. ¡Todo era tan diferente! Todo lo que lo rodeaba era extraño, como si, por un segundo, casi no pudiera reconocer su propia casa. El hogar que tanto amaba.
Intentó vanamente frotar sus manos para mitigar el frío terrible que le invadía.
“Quizá…”, calculó, mientras se acercaba con pasos vacilantes hacia el gran espejo ovalado que semejaba las fauces de alguna bestia descomunal… “¡NO!”, se escuchó gritarse a sí mismo.
El sonido feroz, casi gutural de su propia voz lo sobresaltó, segundos antes de escuchar el estruendo. ¿Qué había sido eso? Sintió como lentamente el terror profundo a lo desconocido lo invadía en oleadas frías, paralizándolo. ¡Ahí estaba de nuevo! Rumores, ruidos indeterminados se escuchaban por doquier, semejantes a arañazos detrás de las paredes, o al martilleo incesante de un centenar de dedos acechándolo a través de las ventanas…
Por el rabillo del ojo creía ver rostros, difuminados, en movimientos sinuosos; criaturas aformes que se aproximaban hacia él con grandes muecas, sonrisas vacías que lo llenaban de espanto. Sentía manos que rozaban su espalda erizando sus cabellos. Le parecía escuchar la respiración pesada de alguien, o algo que lo espiaba. Así había sido por demasiado tiempo. Más del que podía recordar.
¡Y ese maldito frío!
Cerró los ojos, apretó los dientes e intentó distraerse, cubrió sus oídos con las manos y comenzó a hablarse a sí mismo en voz alta, tratando de recuperar la calma. ¡Había funcionado! Las imágenes aterradoras se habían marchado. No había más ruido que el sonido temeroso de sus propios pasos, avanzando, trastabillando por el pasillo. Sin apenas saber cómo, había logrado salir de su habitación.
Aquí afuera el frío había menguado, haciéndose más sutil; pero el brillo mortecino de la luz que se colaba suavemente por debajo de las puertas y a través de las rendijas formaba sombras y siluetas en las paredes que hacían que un sudor helado y viscoso le empapara la frente y el cuello.
Tuvo la sensación de que no estaba solo.
Una repentina corriente de aire agitó con violencia las cortinas llamando su atención hacía el ala de la casa que se hundía más en la penumbra. Un extraño resplandor provenía de aquel rincón. Se acercó conteniendo el aliento, con los músculos tensos, los ojos vidriosos y en la lengua una extraña sensación pastosa.
Y entonces los vio.
Los seres que le habían estado atormentando desde hace tanto tiempo, esos demonios, esas criaturas de sus pesadillas, causantes de aquel frío abismal que le calaba hasta los huesos, estaban reunidas frente a él, haciendo un corro alrededor de una mesa, entonando a una sola voz, con monotonía, esas odiosas palabras que le habían robado el sueño: “Padre Nuestro que estás en los Cielos, Santificado sea Tu nombre”…”¡Bendice Señor esta casa, aleja de ella al espíritu que perturba a los que tienen aquí su hogar, llévatelo lejos a que pague sus culpas y deje en Paz a las personas que aquí moran! Amén.”
Su vista se nublo y una intensa sed de sangre se apoderó de todo su ser. ¿Conque querían echarlo de su hogar, de su refugio? Esta vez, era hora de actuar.
“Ya veremos”, susurró mientras avanzaba flotante y furioso hacia ellos, con una fina sonrisa en sus labios.
El resto fue rápido. ¡Esas criaturas eran tan frágiles! Un poco de fuerza aquí, un movimiento certero acá, y sus cuellos se rompían como delicadas ramas. Algunos —la mayoría— sólo gritaron, otros intentaron huir… los demás no tuvieron tiempo ni siquiera de intentarlo. Sencillamente eran demasiado torpes para entender lo que estaba pasando.
Un montón de cuerpos apilados eran los mudos testigos de la masacre.
¡Ah, qué bien se estaba! ¡Cuánta tranquilidad! Ya no había miedo, no más sombras amenazadoras en las paredes, ni ruidos que perturbaran su descanso. El frío también se había marchado. Ahora sólo le quedaba una intensa hambre…
“Me pregunto si…”, murmuró complacido, mientras arrancaba con ansiedad un trozo de carne.
“Sí. Aún disfruto el sabor de la carne humana”.
Y sonrió.
Todo había concluido. Al fin podía volver a descansar.


Fuente: Creepypasta

martes, 14 de febrero de 2012

The holder (11-15)

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar al que se hace llamar “The Holder of Life”. El empleado intentará suprimir un gruñido y tendrás que preguntar de nuevo. Él entonces te llevará a un quirófano que parece igual a cualquier otro que quizá o quizá no hayas visto. Te dará un escalpelo y dejará solo en el cuarto, cerrando la puerta tras de sí.
Tendrás que esperar. Espera al menos por una hora. Entonces la puerta se abrirá y varias personas entrarán al cuarto, incluyendo a una mujer embarazada. La mujer se recostará en una camilla; la demás gente, que se verán como doctores, prepararán todo para el nacimiento del bebé. Mientras ellos hacen eso, podrás hacerle una pregunta a la mujer. Pregunta “¿Cómo pueden reensamblarse?”, nada más, o los doctores empezarán a desollarte y desmembrarte.
Si hiciste la pregunta correcta, la mujer comenzará a gritar, el bebé está a punto de nacer. Tienes que esperar hasta que termine, y uno de los doctores te dará al niño, moviendo su boca, pero ningún sonido vendrá de sus labios. Tan pronto acabe de “hablar” y sonría, tendrás que tirar al bebé al piso y clavar el escalpelo en su cabeza, o éste te romperá la caja torácica y arrancará tu corazón con una fuerza inhumana.
Si lo has tirado a tiempo, a pesar del escarpelo en su cabeza, responderá la pregunta que hiciste antes. Hablará con una voz demoníaca que podría llevarte a la locura. Mientras esté hablando, las demás personas en el cuarto se desvanecerán sin dejar rastro. Después de que acabe de hablar, simplemente morirá y la puerta del cuarto se abrirá. Eres libre de irte ahora, si no te has vuelto loco por la voz.
El bebé muerto es el Objeto 11 de 538. ¿Te atreves a remover el escarpelo?


The Holder of Death (El Portador de la Muerte)


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar a aquel que se hace llamar “The Holder of Death”. El rostro del empleado se pondrá blanco como si hubiera visto un fantasma. Te llevará entonces a una puerta de madera y partirá. Tendrás que golpear tres veces.
Si oyes la voz de un viejo decir “Entra”, puedes pasar y encontrarte en un bosque. Si oyes la voz de un joven decir “No, gracias” entonces corre. Corre y deja la ciudad, el país, lo más rápido que puedas, una maldad impronunciable te cazará, si te quedas.
Ahora que estás en el bosque, mira al cielo. Si es de día, sigue al sol. Si es de noche, sigue a la luna. Síguelos, y no dejes el camino que has tomado, no importa qué tipo de bellezas u horrores puedas ver. Si en algún momento dejas tu camino, tu alma será atormentada por la eternidad después de que tu cuerpo muera de manera terrible. Te darás cuenta, luego de un tiempo, de que estás caminando hacia una mansión. Ignórala; sigue caminando, es una ilusión hecha para confundirte.
Finalmente, llegarás a una pequeña cabaña de madera. Entra a la cabaña e inmediatamente gírate; vivirás por siempre una vida de horror si ves al hombre que ahora está detrás de ti. Hazle una pregunta: “¿Qué los destruirá?” Comenzará a hablar con una voz gentil y agradable y a la vez brutal y asesina. Escucha cuidadosamente lo que dice, podrías ser pronto el único que conoce el destino de ellos. Tan pronto el hombre acabe de contar su pequeña historia, te pedirá que te des vuelta, porque quiere darte un regalo.
No lo hagas. En vez de eso, camina hacia atrás hasta llegar a algo solido, un escritorio. Cierra tus ojos y gira tu cuerpo parcialmente para poder llegar al hombre y recibir el regalo. Cuando toque tu mano, ciérrala y camina de vuelta a la puerta de donde viniste. Junto con abrirla, di las palabras “Nos encontraremos otro día”, y sal de allí. Estarás de vuelta en la recepción.
Ahora, abre tu mano y mira el regalo. El hueso del dedo es el Objeto 12 de 538.


The Holder of Darkness (El Portador de la Oscuridad)


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide sin vacilar a visitar aquel que se hace llamar “The Holder of Darkness”. El empleado se burlará de ti, pero debes mantenerte lo mas calmado posible. Sigue preguntándole hasta que pare de negarlo y salga de su puesto para guiarte por los corredores. Ponte en guardia, si escuchas provenir de él un pequeño y siniestro siseo, tienes que correr y huir lo mas lejos que puedas cubriéndote los oídos. Si no escapas a tiempo, el fatídico sonido se volverá un gruñido terrible, que pronto será un chillido continuo de dolor uniforme, hasta que la locura te inunde y te deje morir en ensordecedora agonía.
Si el empleado permanece en silencio, te llevará hasta una puerta sin manilla ni cerrojo. Cuando la empuje se abrirá sin esfuerzo, veras una escalera ascendente que no puede ser posible que lleve a ningún piso superior del establecimiento. La puerta se cerrará detrás y no podrás empujarla de nuevo. Pasado este punto, escala y no mires atrás, o caerás en un foso sin fondo esperando por una presa viva para masticarla. Conforme sigas tu paso un escalón crujirá, y deberás detenerte. Otra puerta aparecerá a tu izquierda.
Entra lentamente en el cuarto, y una total obscuridad caerá sobre ti. Prosigue tu camino. Sabrás que habrás llegado cuando el frío te congele. En este momento, quédate quieto, o morirás en las manos del Holder que está parado en frente de ti. En completa obscuridad, incluso cerrando tus ojos no te preverás de ver su horrible apariencia. Su fulminante aliento y constante mascullo podría ser suficiente como para hacerte llorar, pero estas advertido de no hacer ningún ruido mas allá de un sollozo, o podrías despertar a lo que no debe ser despertado. La única pregunta que podrás susurrar sin ser eliminado deberá ser “¿Qué les causa miedo?”
Sentirás movimientos alrededor tuyo, como temblores de ánimo de tus oponentes. Oirás qué innombrables e incurables enfermedades atacarán al mundo si alguna vez se sintiesen amenazados; los incontables terrores que se liberarían en aquellos con mentes más débiles que las suyas. Entre las numerosas atrocidades que el mundo sufrirá, podrás oír la más simple, casi ridícula, pero implacable verdad que todos temen. Permanece silente de nuevo. Y cuando sientas que tu cabeza estará a punto de explotar, se detendrá. Si aún puedes moverte, encontrarás una puerta frente a ti que lleva fuera del lugar. Ahí, en lo abierto, en el pasto, un reloj de arena roto esperara por ti.
Eres libre de tomarlo. Es el objeto 13 de 538. Tu conocimiento de sus miedos está en ti compartirlas, pero puede que no quieras usarla como un arma contra ellos.


The Holder of the Adversary (El Portador de la Adversidad)


En cualquier ciudad, en cualquier país, aventúrate a través de las carreteras y calles solitarias de los barrios bajos, o “la parte mala de la ciudad”. Si te cruzas con un hombre desarreglado llevando una botella de licor en una bolsa de papel, con su camisa empapada en sudor y sus pantalones enlodados, no tengas miedo de preguntarle si conoce a alguien que se haga llamar a sí mismo “The Holder of the Adversary”.
Más que gustoso, sonreirá como si te conociera, como un viejo amigo con el que compartes una broma interna. No te alarmes; el hombre conoce a quien estas buscando. El menos afortunado de nosotros parece saber de estas cosas. Te guiara a un acceso y casualmente resbalara en el metal con sus botas mugrientas. Echándote una pequeña linterna que alumbrara precariamente, te urgirá que bajes a la obscuridad.
Una vez dentro de las profundidades del sistema de alcantarillado, te darás cuenta de que no hay olor desagradable—ningún olor, de hecho. Pero, girando la linterna y mirando a tus alrededores, te darás cuenta de que estas en un cuarto redondo. En todas las paredes colgaran cuerpos parcialmente descompuestos, sus dueños por siempre suspendidos enun estado de medio-conciencia, sintiendo todo el dolor y horror de estar atrapados en sus cuerpos. Cuerpos tirados en el suelo, y te darás cuenta de que uno cercano te toca. Querrás alejarlo, pero de repente, el olor llega. Es lo más desagradable cosa que podrías haber imaginado: excremento humano y animal, sulfuro, cuerpos podridos, carne ardiendo.
Estarás momentáneamente paralizado por el horror de esto, y cuando te recuperes, haz lo que puedas para no vomitar. Un pensamiento aparecerá en tu cabeza: “Nosotros somos los restos de aquellos que no pudieron hacerle frente al Adversary” Tragaras saliva, asustado, mirando fijamente alrededor tuyo, buscando la fuente de la voz. Pero de repente, los cuerpos comenzaran a explotar, uno por uno, liberando más del horrible olor y bañándote en fluidos sangrientos y cosas gordas que quizá desconozcas.
Los cuerpos se fregaran en el piso, y lo que se alza fuera del verdoso enredo es una criatura de belleza pura. Entre hombre y mujer, depende de ti. No puedes sacar tu mirada de este vistoso y desnudo humano hasta que retrates un retrato de ti—el mejor que pueda haber. Confiado, sonriendo gentilmente, sonrisa paciente, tienen todo lo que tú desearías ser.
Serás llenado por un celo repentino, una ira total, una necesidad de destruir este perfecto tu. No lo hagas. Si lo haces, estarás perdido en la ira del Adversary—el eterno tormento del maldito que has atestiguado antes. Solo una pregunta viene a tu mente para preguntarle a la exquisita criatura: “Que podrían destruir?”
El Holder of the Adversary reirá melodiosamente, condescendientemente, y te explicara como si fueras un niño pequeño la respuesta a tu pregunta. No se salta ningún detalle, incluso el más horrible. Extrañamente, como sea, la historia es interesante y calmante de oír, y te encontraras absorbido en una fascinación de niño con el Holder. Asemejaras la historia del Holder a una que te conto un ser amado o un guía cuando eras pequeño, y sabrás que ahora tienes la llave para derrotar al Adversary—esa que el Maldito no pudo adquirir.
“¿Qué harás ahora, mi niño?” El Holder te preguntará, sonriendo placenteramente, mientras coloca un objeto en tu palma y cierra tu mano alrededor de él. “No debes abrir tu mano hasta que te liberes de este lugar”, dice el Holder, haciendo un gesto de adiós.
Una vez hayas escapado del alcantarillado, abre tus dedos, que sentirán extrañamente cadavéricos. Oirás el eco de el perfecto tu riéndose nadando alrededor tuyo mientras tu mires el objeto en tu mano. Es un muñeco de la armada de verde.
Este objeto es el 14 de 538. Eso entiendo como derrotar a tu más grande enemigo, y nunca debe ser permitido unirse al resto


The Holder of the Past (El Portador del Pasado)


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of the Past”. A la última silaba de tu oración, sus ojos se abrirán anchos y te mirará como si quisiera ver el pasado de tu piel en tu alma. No hagas ninguna pregunta, porque no te hablará, y en caso de que lo haga, desearás que no lo hubiera hecho. Te llevará a un largo corredor y caminará contigo. Mira derecho hacia delante todo el tiempo, si miras al piso, paredes o techo del pasillo, pasarás a un camino cerrado y el empleado te seguirá con una demencia infernal hasta que estés completamente destripado.
Después de exactamente 350 pasos el trabajador se detendrá, se dará vuelta y sacará un reloj de su bolsillo. Retrocederá la manilla una hora y en este punto, tendrás una hora para completar tu búsqueda. Si no lo haces, entonces no hay palabras para describir tu destino. Las luces se irán por exactamente 3 segundos, y entonces volverán; estarás en un cuarto sin puertas y con una luz rojiza con la forma de un pentagrama. Esto proyectará una estrella de rojo sangre en medio del cuarto donde estará una mesa de cerezo tallado con dos sillas. Siéntate en la silla más cerca de ti. Mira hacia arriba, mira hacia abajo de nuevo, y un hombre con un cabello negro y sucio estará boca abajo en la mesa. Responderá a una pregunta “¿Donde se situó Él una vez?”
El hombre hablara no de un lugar que exista en un mapa, pero describirá el cuarto en grotesco y doloroso detalle. Pon mucha atención, el enumerará exactamente que horribles objetos cuelgan de lanzas que sobresalen de la pared. Tienes el resto de la hora para encontrar el cuarto y  su trono. Si fallas, te sugiero que te armes, en grande.
Su trono es el objeto 15 de 538. Si son traídos juntos, puede que él regrese una vez más.


Fuente: Creepypasta

domingo, 12 de febrero de 2012

Una mágnum y una Lágrima

Se escondió en el armario de la habitación de los pequeños. Vio sus pequeños cadáveres desmembrados, manchando los Plumones azules. Pulso a pulso trataba de controlar la respiración. Le dolían los ojos por el sudor que se escurría por la frente y quería llorar, quería gritar, patalear y desgarrarse el alma, pero no, DEBÍA mantenerse en silencio.
De repente, uno. No, eran dos- tres. Si, eran 3 quienes buscaban rápido. ¿De donde habían salido? Solo el Diablo sabía, ya que ni Dios querría que seres así existieran.
Los veía por detrás del mueble aquel, mientras de forma muy sigilosa, tomaba el Bate que usaba su hijo para jugar junto a su hermana en el patio.
Ahí lo tenía, frente a frente, pero Aquello no lo veía. Lamentablemente, tenían un olfato agudo, y de un golpe abrieron la puerta del cubículo, hasta ese momento, seguro.
Los reflejos derivaron en un letal batazo en la cabeza hacia aquello, y bum, a correr carajo.
Del cráneo del golpeado salía sangre a chorros, pero se levantó sin problemas e instó a los otros dos, no sé de qué forma, a correr tras ella.
Bajó las escaleras y llego a la cocina. Habían alcanzado a arañarla, aparte de los golpes y mordidas del forcejeo anterior. No sabe como llegó a eso, solo sintió a los niños gritar de forma aguda. Corrió a verlos pero “aquello” la intercepto, lanzándose, mordiendo, forcejeando. Como pudo se soltó y se percato que había dos más. Desfigurados y sedientos de sangre, agiles y violentos, los ojos rojos irradiaban ira y pus… y la querían a ella.
Recordó la Broken Butterfly calibre .43 que mantenía su Expareja debajo del velador. Era solo una carrera, una carrera más y acabaría con ellos de un solo disparo. Tomó aire y apenas comenzó a correr, las bestias se lanzaron a su carrera. Llegó y con un movimiento agil bloqueo la puerta con el Bate que traía. Ellos golpeaban cada vez más duro, fuerte, rompiendo la puerta, astillando, entrando, sangrando, odiando como jamás odiaron en vida.
Y, ahí estaba, una preciosa Magnum, cargada con seis dosis de potencia y 3 cargadores más. Hasta una sonrisa de satisfacción se coló en la cara de Michelle.
La puerta explotó en una ráfaga de sed de sangre, la que fue apagada momentáneamente por un Balazo certero en plena cabeza. Uno menos. Gruñían y arañaban el suelo. Por la ventana no se veía nada salvo la oscuridad de la noche. Vaya, 1:30 de la mañana y pasa esto. Aunque se escuchaban ruidos… que carajos, ¡no había tiempo para pensar estupideces!
Cargó el 2do casquillo y ya se veía peleando con los dos que quedaban. Forcejeo y golpes, pensar en sus hijos la hacia obtener Adrenalina preciada para seguir teniendo fuerzas.
Bum, un disparo y el cerebro reventado de uno de ellos yacía en el sueño.
Uno contra uno, ella contra la pared y el tratando de morder donde sea, con tal de saborear la sangre. Ella soltó el arma y no sabia que hacer ahora.
Ya lo sabía. Se lanzó al suelo y se dejó abalanzar por la bestia aquella. Tomó el revolver y apunto hacia su hombro. Su propio hombro.
Dolió, demasiado, pero el tercero recibió la bala en el corazón después de atravesar el hombro de Michelle. Todo había terminado, por ahora.
Michelle se sentó y lloró. Lloró por sus hijos, por no tener a alguien que la cuidara, por tener que sacrificarse a si misma para sobrevivir a algo que apenas entendía y que había comenzado solo hace 20 minutos.
Tomó La Magnum y la cargó. Caminó despacio, aquejada por el dolor en su hombro y la pelea que la dejó sin energías. Pero no importaba, ya había pasado, sus vecinos le prestarían ayuda. Todo estaba bien.
Al salir, esos ruidos que oía, y a los que no había prestado atención, se volvían una pesadilla más.
Vio atónita a sus vecinos, corriendo, gritando, algunos totalmente destripados en su jardín, por obra y gracias de… ellos. A lo lejos, veía como una horda de esos Demonios venia corriendo a toda carrera, gritando, babeando, sedientos. ¿Eran decenas? No. Cientos. Quizás miles.
Cerró los ojos y lloró en silencio. Se esforzó por nada, pensó. Pero no. No se dejaría abatir tan fácilmente. Si derroto a tres, ¿por qué no podría cargarse a unos cuantos más?
Se puso de pie y pasó una bala. Esperó, paciente, en frente de la puerta, en medio de la desesperación y las tripas de los vecinos.
¡Pobre de aquellos que se acerquen a la casa de Michelle!


Fuente: Creepypasta

miércoles, 8 de febrero de 2012

Las dos Hermanas

Hace ya bastantes años…vivía una familia en un pequeño pueblecito en España, no voy a concretar, tampoco creo que sea necesario. Esta familia lo tenía todo, una casa grande, amor, cariño, salud, dinero… en fin , era el tipo de familia modelo del cual nada más se podía pedir, y como si la felicidad de este matrimonio fuera poca la mujer se quedó embarazada, y no fue una alegría la que les llegó si no dos pequeñas alegrias… gemelas. A cada cual más adorable, o eso era lo que ellos pensaban cuando nacieron las niñas. Les pusieron Verónica y Violeta.


Cuando fue pasando el tiempo se notaron las grandes diferencias que estribaban entre las hermanas, aunque fisicamente fueran iguales eran muy distintas psicólogicamente. Violeta era la típica hija perfecta, todo el mundo la quería mucho, era la hija predilecta, se le daba bien todo cuánto hacía y tenía muchos amigos y aficiones, mientras que Verónica era la niña introvertida, tan tímida que apenas dirigía la palabra a los niños de su clase, no se la daban bien los estudios y no demostraba interés por nada más que por una cosa que si se la daba bien, cantar. Cuando Verónica cantaba era como el trinar de los pájaros, encandilaba a todo el mundo. Verónica para resumir, se podía decir que era una niña triste, rara vez dejaba ver una sonrisa, nunca reía por nada y siempre estaba callada.


Un dia los padres de las niñas recibieron invitaciones para el teatro y buscaron una canguro para las pequeñas pero Violeta, en su calidad de hermana responsable y buena les dijo que no había ningún problema, que podían quedarse las dos solas porque YA ERAN MAYORES … sus padres con una mirada aprobatoria accedieron y las dejaron que se quedaran solas viendo una película con la condición de que se acostaran pronto.


La noche pasó y sus padres llegaron a casa sobre las 12 de la noche tras una cena y el teatro… era una noche lluviosa y decidieron volver pronto porque estaban preocupadas por si tenían miedo ya que la casa donde vivían era un tanto lúgubre debido a su gran tamaño, estaban preocupados así que se dieron prisa en regresar..


Pero cuando llegaron a casa se sintieron aliviados porque oyeron a Violeta como reía a carcajadas arriba en su habitación, divirtiéndose con su hermana.


Están jugando – dijo la madre con una gran sonrisa
No son horas, las dijimos que se acostaran pronto – recriminó el padre. Pero bueno no las regañemos, se han portado bien.


Cuando subieron a darles las buenas noches abrieron la puerta y descubrieron horrorizados que quien reía no era la dicharachera Violeta, increíblemente era Verónica, que canturreaba una cancion:


1 2 3 4 a Verónica ahora querreis, 1 2 3 4 Violeta se irá para no volver….
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!


Extrañados los padres dirigieron la mirada hacia la cama de Violeta, estaba durmiendo tapada con la sabana , pero tenía algo raro en la cabeza, la destaparon y comprobaron horrorizados como estaba bajo la sábana el cuerpo mutilado de Violeta con unas tijeras clavadas en los ojos, todo lleno de sangre…


Los padres en pleno ataque de nervios miraron a Verónica y esta siguió riendo y gritando y de repente se levantó corriendo del suelo y riendo se tiró por la ventana, allí halló su muerte…


A los dos días y después de la autopsia de Violeta se celebraron los funerales… y una semana despues los padres abandonaron esa casa porque decían que por las noches se oia como Verónica gritaba y canturreaba a la vez que reía a carcajada limpia y que se oia como la otra niña pedia auxilio desesperadamente, pero cada vez que los padres entraban a la habitación los gritos paraban…


Esta es la leyenda de las dos hermanas, dicen que si una noche a las doce de la noche (cuando se realizó el asesinato) dices Verónica jaja Verónica jaja tres veces, ella se aparecerá y será tu último dia entre los vivos… y ¿alguna vez os habéis preguntado por qué a la gente le da mala espina siempre ver unas tijeras abiertas? Fue por esto, Verónica mató a su hermana con ellas. Nunca digas Verónica jaja porque dicen que encontrarás la muerte a la mañana siguiente con unas tijeras clavadas en los ojos…


Fuente: Creepypasta

martes, 7 de febrero de 2012

el episodio perdido de los Looney Tunes

“Ya era adulto, tenia 23 años y mis padres murieron en un accidente de tránsito. Por desgracia mía, no tenía a nadie a mi lado: mis parientes más cercanos vivían en Carolina del Sur, algo muy lejos de Alabama. Nosotros eramos los únicos de la familia que no teníamos el mínimo contacto cercano con nadie. Como yo no trabajaba y no podía mantener solo el departamento, tuve que conseguir algún empleo rápido, algo que me encajara y que me gustara. Fui cuadra por cuadra, buscando negocio por negocio algún cartel de “Se busca empleado” o “Se busca ayudante“. No tuve suerte este día, lo iba a intentar mañana. Me acosté, puse el despertador a las 7:00 para ir bien temprano a buscar trabajo. Dormía tranquilamente hasta que me llego a mi cabeza recuerdos de lo que paso ese horrible día en la casa de mi mejor amigo Juan. No pude conciliar el sueño en toda la noche, me llegaban y llegaban recuerdos.


Llegó el día. Me vestí rápidamente para salir a buscar empleo, busque en todo mi barrio y no encontraba nada, otra vez no era mi día, hasta que vi un cartel en una tienda de películas, videojuegos y series. No me demoré en absoluto en conseguir empleo: el dueño me aceptó sin preguntarme nada ni pedirme curriculum. Empecé mi trabajo como vendedor. Mi única tarea era arrendar lo que había en la tienda. La tienda atendía las 24 horas y yo trabajaba en horario nocturno, de 8:00 PM a 0:00 PM. Mi primer día era como estar en el cielo: sabía que desde ahora ya iba a empezar a ganar dinero, iba a poder pagar el arriendo del departamento. No me costó adaptarme a las ordenes de mi jefe, la tienda era muy grande y con una variedad de películas y series, sobretodo dibujos animados para los niños. Mi segundo día de trabajo era normal como el anterior, era un noche bien calmada y fría. Pude contemplar la densa neblina que rodeaba la tienda, y el guardia de seguridad que protegía la puerta principal andaba algo intranquilo. Se pudo apreciar un ambiente bien tenso, las dos únicas personas que quedaban en la tienda se fueron, quedamos nosotros (yo y el guardia). Como ya eran más de las 1:24 de la madrugada, el guardia me dijo que ya era hora de cerrar. Estaba preparando mis cosas para irme, pero me dijo que me quedara aquí porque se veía peligroso afuera por la densa neblina. Mientras veíamos en una tele pequeña “Las aventuras de Fabricio“, las luces comenzaron a parpadear. Pegué un susto de la silla; el guardia me dijo que me quedara tranquilo, ya que era común que pasara esto en la tienda. Le pregunté si había alguna clase de espectro o algo paranormal. El guardia terminó riéndose y seguíamos viendo la serie. Se mostraron los créditos de la serie, apagamos y el guardia me dijo que fuéramos a la bodega a buscar algunas de las series guardadas en unas cajas. Lo acompañé. Como la bodega quedaba aparte del local, salimos afuera por el callejón, done había demasiada neblina y era imposible ver. Entramos a la bodega y vimos una pila de cajas amontonadas, buscábamos alguna serie o película interesante. Una de las ventanas de la bodega se abrió violentamente y entró un viento que hizo que una de las pilas de caja se cayera encima de mi.  El guardia no podía contener su macabra risa mientras me rescataba de la pila de cajas. Yo recogía los cassetes de video para ponerlos en su lugar, hasta que vi una cinta con un nombre que me dejo frío unos momentos, la cinta tenia el título de “Looney Tunes: The daffy duck murderer” (Looney Tunes: El pato Lucas asesino).

Llegó a mi mente una visión de lo que paso hace 8 años. El guardia preguntó si estaba bien, salí de la visión y le dije que sí. Volví a leer el título de la cinta. Al momento pensé que se trataba de una broma para llamar la atención al espectador, ya que estos eran mis dibujos favoritos de la infancia. Le avisé al guardia que viniera a ver esto: vio el título y emitió una risa entre dientes, pero a mi no me dio absolutamente nada de risa. Me dijo que volviéramos al local y le echáramos un vistazo. Sentí que mi subconsciente me hablaba de que viera esta cinta , pero yo me negaba por dentro. El guardia insistió que le echáramos un vistazo. Volvimos a la tienda para revisar el contenido de esta cinta: mis manos estaban temblando y algo sudadas. Inserté el video en el reproductor VHS. Nos sentamos con algo de comer para ver la cinta y encendí la televisión a Modo Video. De inmediato la cinta empezó a reproducirse: apareció la intro con un tipo de efecto ‘screenfade‘, al momento la intro no era la misma que los demás episodios de Looney Tunes. Aquí la música alegre y clásica de estos dibujos estaba ausente, no sonaba en ningún momento. El título “Looney Tones presents” se acercaba demasiado lento hacia el espectador. Después de 30 segundos el título se detiene. Seguían apareciendo otras cosas misteriosas en la intro: dos manos dibujadas con sangre de mal presupuesto salían desde el fondo del círculo de colores. No pude reconocer las manos de el personaje que se ocultaba allí, pero al final, este habla diciendo: “Esto es lo que nunca olvidaran amigos, joajoa joajoa“. Quien quiera que fuera el dibujo que se ocultaba allí, emitió una risa bien grave y malévola. Luego de este efecto, aparece el titulo de “The daffy duck murderer“, con una letra cursiva y en rojo oscuro; pareciera que los editores no tuvieron tiempo de hacer algo mejor en este episodio. El guardia se sentía incomodo con lo que veía, yo estaba asustado y solo quería irme de ahí, pero la neblina poco a poco empezaba a colocarse más y cada vez más densa. De pronto algo se escuchó atrás: no tuve las agallas de ir a ver que era, el guardia se paró a ver y no había nada. Seguíamos viendo el episodio… El intro termina, pasó al cuadro de escena del episodio, un circulo negro empezó a agrandarse como de estos típicos finales de los dibujos animados, que aparece un dibujo mientras el circulo se cierra, pero este era al revés: se abría en vez de cerrar y lo hacía muy lentamente… Comenzó como un episodio normal de los Looney Tunes, pero no sabíamos que de poco a poco este episodio se transformaría en una pesadilla. Bugs Bunny aparece caminando un buen rato, no más de 2 minutos y pareciera que el cuadro de escena era el mismo y se repetía una y otra vez. Luego de los 2 minutos, éste saca una zanahoria de su bolsillo y lo empieza a masticar con una brutalidad… pude sentir el enojo que tenía el conejo… podíamos ver como la escena se cortaba cada 15 segundos y volvía a la misma: Bugs Bunny comiendo una zanahoria….. ésto duro más o menos 35 segundos. Un cuadro negro se interpone en la escena por 15 segundos, pasa a otra y vemos a Bugs Bunny sentado en el borde de un árbol mal dibujado y sin hojas. En verdad, la escena donde estaba el conejo era demasiado pobre: no habían nubes ni vegetales, el dibujo simplemente no tenía vida. Bugs Bunny entre susurros dice: “En verdad quieres ver esto viejo? No puedes sentir el dolor que tengo?“.
Una frase bien fría y escalofriante para ser Bugs Bunny. Comía su zanahoria con demasiada tristeza. De pronto, la cámara hace un zoom al conejo y éste en seguida se pone triste y empieza a llorar descontroladamente, corría sangre de su nariz. Bugs Bunny mira hacia la cámara como si tuviera un odio hacia el espectador, diciendo entre dientes: “¡¡ÉL ME HA ECHO DAÑO!! NO LO PROVOQUES, NO LO BUSQUES!!!“, Bugs Bunny se levanta y lanza su zanahoria medio masticada a la cámara, la escena se corta y empieza a distorsionarse. En seguida pausé la cinta y le dije al guardia que no podía seguir viendo eso. El guardia estaba un poco asustado y aun así se hacía el valiente: me dijo que me quedara, que no pasaba nada. Le puse play a la cinta: ahora en escena se ve Pepe le Pew y su novia Gata, discutiendo por algo. El interior de la escena se vuelve violenta, ellos se agarran a golpes de una forma real. Quedé algo confundido, porque ésto no era normal de un episodio de Looney Tunes. Vimos como manchas de sangre saltaban a la cámara, no pude contener más el miedo.


La cámara hace un acercamiento hacia Gata: estaba muy herida, su cara estaba ensangrentada con los golpes que había recibido por Pepe le Pew. Ésta tenia una pierna quebrada y un hueso dibujado de muy buena calidad estaba en su pierna como si fuera una fotografía bien recortada pegada en la escena. Lo más raro de esto, es que el hueso era lo único dibujado en calidad en el episodio. La sangre no paraba de saltar, un ruido extraño sonó en el interior de la escena y todo se vuelve violento. Aparece en la escena Daffy Duck, diciendo: “Otra vez con sus peleas de ñoños? Esto es lo que quieren que los niños vean? joajoajojaojoa“. Daffy Duck emitió una risa bien parecida a la que se escuchó en la Intro. El guardia andaba confundido al igual que yo y no podíamos creer lo que estábamos viendo y que clase de cinta era esa. Daffy Duck, sonriendo malvadamente dice: “HAGAMOS ALGO DIVERTIDO CON ESTA BASURA.“. Era increíble el dialogo que usaron para crear este episodio, palabras con doble sentido y palabras muy groseras. Lo que vi después hizo que se me pusieran los pelos de punta: Daffy Duck saca de detrás de su cola un cuchillo, empieza a apuñalar a Gata en varias ocasiones hasta provocarle la muerte. La cámara hace un enfoque a Daffy Duck: a éste se le ve sin ojos, como si se los hubieran borrado, tenía una sonrisa demoníaca que daría un susto a cualquiera.


Sonriente, empieza a reírse por 30 segundos con una risa macabra y escalofriante. Luego de estar satisfecho con asesinar a Gata, empieza a violar el cadáver muerto de Gata. Éste le dice ya en el piso ya muerta: “¿Te calienta que te lo metan perra? Wajajajajajaj!!!!“. Daffy Duck se para y escupe sangre sobre la cara de gata, mientras Pepe le Pew se siente alegrado y riéndose de la muerte de su novia Gata. Le dije al guardia que pausara la puta cinta en seguida, pero el control no funcionaba y las luces empezaron a parpadear con demasiada frecuencia. El episodio seguía en marcha: Daffy Duck riéndose, degolla a Pepe le Pew, cortando su cabeza y mostrándosela al espectador, mientras dice: “ESTO ES LO QUE QUERÍAN NIÑOS? LES GUSTA LA SANGRE? PRONTO SUS CABEZAS SERÁN MÍAS! WAJAJAJAJAJAJ“. La escena cambia repentinamente y con una música parecida a la de Suicide Mouse, Daffy Duck come las vísceras de Gata con sus grandes dientes afilados. Su pelaje estaba erizado. Un sonido empezaba a sonar mientras este comía las vísceras, como si alguien estuviera masticando algo cuando se producía la escena. Daffy Duck después de comer, hace un giro con su cabeza y mira hacia la cámara con una cara endemoniada y con los dientes cubiertos de sangre… de a poco empieza a caminar de patas y a acercarse al espectador, como si éste fuera su próxima victima. La escena inmediatamente se corta. Un ‘screenfade’ aparece con un fondo negro por 30 segundos mientras una voz de una niña gritando decía “AYUDAME!!! AYUDAMEE PORFAVOR!!! AYUDAME.. NO DEJES QUE CORTE MI CABEZA!!“. Después de eso, aparecieron los créditos ordinarios.


El guardia estaba pálido, se paró de la silla y rápidamente cogió un bate, quebró la tele y el reproductor.


Asustados, corrimos fuera de la tienda, pero la puerta principal no se abría y la de atrás tampoco. Desesperado cogió su arma y se dio un tiro en la cabeza. Me salpicó sangre en la cara; estaba asustado y grité como loco, no sabía que hacer.


Rompí la ventana y logre escapar hacia mi hogar. A la mañana siguiente me enteré de una noticia trágica: el dueño y el guardia del local “Video World” habían muerto esa noche. Sentí que algo no andaba bien: que yo recuerde, nuestro jefe se encontraba en casa y no estuvo con nosotros. La esposa de éste lo encontró muerto en la cama, degollado y sus vísceras no estaban (sospecho que alguien se los robó). Pero cuando vio un mensaje escrito con su sangre en la pared, ésta se desmayó. El mensaje decía: “DESDE AHORA SERÉ LA PESADILLA DE TODO EL PUEBLO – Daffy Duck“. No gané nada de dinero, así que me tuve que mudar del departamento. Ésto sucedió hace aproximadamente 3 meses. Actualmente vivo con mi mejor amiga Jessica. Hoy en día, aun tengo pesadillas con el suceso que pasó en la tienda.”


Fuente: Creepypasta

lunes, 6 de febrero de 2012

Miedo






Estás solo, no tienes nada que temer, entonces: ¿De qué tienes miedo? Recorres toda la casa asomando la cabeza antes de doblar cada esquina del pasillo; te aseguras de que la puerta de entrada está bien cerrada, hace tiempo que ha oscurecido y has bajado las persianas, pero aún así haces un último esfuerzo y miras en todas las habitaciones. Todo en orden, no va a pasar nada…¿seguro?.
Como un ratón asustado, pasas como una exhalación delante del baño y crees haber visto algo tras la cortina de la ducha; te paras, cuentas hasta diez y te decides a entrar…tras ella, tu imaginación, en este momento tu y ella son los únicos que estan la casa (al menos es lo que deseas, ¿verdad?). Cierras la puerta, eso te hace sentir a salvo, pero, ¿de qué?.
Te encaminas al salón e intentas concentrarte en el programa que ponen, por supuesto antes has encendido todas las luces, notas un viento frío en la nuca y mientras te giras lentamente, tu corazón se desboca, la garganta se seca y se te eriza todo el vello del cuerpo…una corriente nada más, o ¿acaso esperabas otra cosa?. Vuelves a mirar la televisión y…¿qué ha sido eso?, has oído algo caerse en la cocina?. Lástima, siempre es el lugar más alejado.
Te levantas, te pegas bien a la pared, caminas despacio, tan despacio que parece que tus pies sean de plomo y estiras el cuello como si esperaras que de un momento a otro alguien surgiera de la última esquina. Venga, ya falta poco, estás frente a la puerta, alargas tu mano temblorosa hasta tocar el interruptor de la luz… la sartén  está en el suelo, no tendrías que haberla dejado en el borde de la mesa.
Riendo nerviosamente vas al salón y apagas la tele, mejor es ir a la computadora. No estás a gusto ¿cierto?, ese silencio en toda la casa te aterra. Miras intranquilo hacia la puerta…¿lo has visto?, sí, es una sombra que acaba de pasar frente a tu puerta, no quieres salir a mirar, pero sabes que vas a hacerlo, ¿para que demorarlo?. Sólo asomas tu cabecita y lo que descubres es…soledad; tranquilo, tranquilo: son tus nervios nada más.
Entras en tu página favorita y…¡BLAM!, algo se le ha caído al vecino, pero a ti casi te sale el corazón por la boca. Es más de lo que puedes soportar, y notas como tu oído se “abre”, está alerta esperando ese último crujido que hará que tus nervios se vengan abajo. Esperas un rato, un poco más…respiras hondo: todo está bien, no hay ruidos, no hay fantasmas, ni sombras; sólo tú.
Es tarde y decides acostarte. Tras de ti, la casa en tinieblas parece que te observa y un escalofrío recorre tu espalda, no miras, no hay nada, lo sabes, pero tus pupilas ya están dilatadas. Cuando llegas a tu habitación das un salto para meterte en la cama, y de un manotazo apagas la luz. Cubres tu cabeza con las sábanas mientras tiemblas pensando en ese ser que imaginas está alargando su siniestra mano para tocarte…aprietas los ojos con tanta fuerza que te duelen…pero la curiosidad es más fuerte. Te destapas y abres los ojos para notar que no estás solo en la oscuridad…Pero no te preocupes, esta noche estás a salvo, tus padres acaban de llegar y cierras los ojos plácidamente para tener dulces sueños.
Hoy te has librado, pero no te confíes. Mientras tu vivas yo viviré en ti; yo soy tu miedo y sé que cuando menos lo esperes TE ATRAPARÉ



Fuente: Creepypasta