viernes, 18 de mayo de 2012

Mientras agonizo (Parte II)


…¿El piso? No había piso allí, ni armas. Solo ese monstruo y yo. Quise correr, me di la vuelta, y mis pies atascados en el barro hicieron que cayera de bruces, grité con todas mis fuerzas, había sangre en mis manos, la oscuridad se cernió sobre mí, sentí un par de pútridas y frías manos subiendo por mis piernas, y unos rápidos pasos acercándose cada vez mas. Pedí  ayuda, como pude golpee al monstruo en la cabeza, en los  brazos, en cualquier lugar al que mis pies tuvieran acceso. De entre los árboles surgió alguien corriendo, casi sin aire, me tomó por los hombros y tiró bruscamente hacia atrás lo que provoco que la criatura rasgara la piel de mis piernas con sus afiladas garras, grité de dolor, cerré fuertemente los ojos y escuché un disparo que retumbó en el bosque y se multiplicó infinitas veces.
–Ven –Escuché la dulce voz de Jared y abrí los ojos, él estaba frente a mi, cubriéndome, quería saber que había pasado con el monstruo que me había atacado, abrí los ojos de par  en par.
–Jared, tienes que ayudar a mi hermana –Le dije llorando, mientras hablaba algo extraño le sucedía a su rostro, la marca de su mejilla desaparecía lentamente ¿Ya estaba esa marca antes? –Por favor, ayúdala, le vi, estaba allí entre los árboles cuando eso me atacó –Lo vi a los ojos, no se movió ni un centímetro –¡Jared, ayúdala! –Me puse de pie bruscamente, iría en su búsqueda.
–Sam –Jared se levantó y de tres grandes pasos se puso de nuevo frente a mi –No… ¿En dónde estamos, cariño?
–Jared, no tengo tiempo para estupideces, necesito encontrar a mi hermana, está entre esos árboles, puede estar mal herid… -Dejé la frase inconclusa. Allí estaba, inerte sobre el barro, su largo cabello rubio, sucio y manchado de  sangre se extendía alrededor  de su cuerpo, como un halo de luz; en sus manos grises y putrefactas, aferradas con fuerza, tiras sangrantes de mi ropa, sentí algo viscoso bajar por mi cuello, los bordes de mi visión se tornaban borrosos, toqué mi nuca, veía pequeñas luces que rápidamente se agrandaban ante mis ojos, observé mis manos escurriendo sangre, vi la cabeza de mi Daphne, faltaba mas de la mitad de su cráneo, vi como el piso se precipitaba hacia mi, sentí un golpe seco en la cara, la oscuridad…
…Su hermana, tuve que, la estaba…
…¿La mordió?…
…Demasiada sangre…
…Va a morir…
… Mi culpa…
…Dejarla sola…
…¡Hacer algo!…
…Shock…
…¿Bosque de nuevo?…
… Sabemos lo que sigue…
…Se fuerte, por favor.
Tenía un horrendo dolor de cabeza, sentía que en cualquier momento podía estallar, abrí los ojos y el único rayo de luz que se colaba a través de una pequeña ventana daba justo sobre mi rostro, me senté sobre la cama, a mi alrededor todo era blanco, era un cuarto de paredes altas y curiosamente largo, como si hubiese otra habitación dentro. Sentí sobre mi mano una ligera presión, dirigí mi vista hacia ese lugar, vi sentado a mi lado a Jared, mi amigo de toda la vida.
–Hey –Le dije dibujando lentamente una sonrisa en mi rostro –Viniste a visitarme –me apoyé sobre mi brazo derecho  para poder abrazarlo, allí sentado en donde estaba. Él, Torpemente rodeó  mis hombros.
–Cómo te sientes, Samantha –Me dijo en un tono grave de voz, que yo sabía, solo usaba cuando estaba preocupado.
–Me siento bien… Bueno, si dejamos aparte el hecho de que me está matando la cabeza, y lo obvio, estoy perfectamente.
–Lo obvio –Masculló Jared –Sam, necesito revisar tus vendajes
–¿De que hablas? ¿Que vendajes? –Revisé mi cuerpo lo mejor que podía con la tenue luz, había vendajes en mis piernas y manos, esto me sorprendía, ¿Qué había pasado? –Jared, ¿En dónde me hice esto?
–En el mall… –Titubeó un poco a decir estas palabras, parecía no estar seguro de lo que decía, frunció el ceño profundamente, formando una curiosa arruga de preocupación en su frente. –En el Bosque, Sam.
Me alejé de él repentinamente, casi como si me hubiese dado una fuerte descarga eléctrica, lo hubiera preferido así
–No te burles, de mí. No juegues conmigo, Jared. ¡Lo del bosque fue hace meses! –Me puse de pie y me alejé rápidamente de la cama. –Dime dónde me hice esto, ¿Intenté hacerme daño? ¡Vamos! Sé que estoy loca, no necesito que encubran nada. –Jared me observó por un largo rato, sin moverse, al final tomó una gran bocanada de aire.
–Sam, escúchame con atención. Hace dos días, estábamos limpiando la ciudad –Asentí con la cabeza- De zombis –Crucé los brazos, no podía creer que estuviera diciéndome tal tontería, levantó un dedo frente a mi rostro. –Déjame terminar. Te fuiste con Némesis al centro, Andrew y yo al sur, terminamos rápido de asegurar nuestra zona y decidimos reunirnos con ustedes, al llegar, escuché un fuerte grito. Eras tu pidiendo ayuda, corrí lo mas rápido que pude hacia ti, y te encontré tirada en el suelo, forcejeando con –Tomó un respiro- Con Daphne, tu hermana.
–Por que iba yo a pelear con Daphne, Jared. ¿Estás loco o que? ¡Tiene meses desaparecida! Además, ¿Quién carajos es Andrew? Jared, por favor, ¿Zombis? No digas estupideces. Yo sé que tu maravillosa mente de escritor a veces se desborda, pero estás diciendo locuras.
–Te estoy diciendo esto porque sé que pronto lo entenderás. –Me miró de una forma tan intensa que me traspasó por completo, y me dejó sin habla. –Tuve que matarla, ya no era ella, te estaba haciendo daño –Se acercó un paso hacia mi, me lancé hacia atrás bruscamente. Era peligroso.
–Me estás diciendo, que, en medio de una epidemia zombi de la que jamás me  enteré, de alguna manera salí de mi habitación, después del hospital que está lleno de gente, sin ser vista, para poder ser la heroína de una historia asquerosa y retorcida que acaba contigo asesinando a mi hermana… -Tomé aire ruidosamente, sentía como mis ojos se llenaban de lágrimas, no soportaba lo que estaba haciendo conmigo ¿Qué quería de mi? –Vienes y juegas con mi mente, diciéndome que, de lo que los doctores  tratan de convencerme que jamás sucedió, si pasó, para después retractarte y contarme una idiotez más grande aún. ¿Quién te crees, Jared? Tu deberías estar aquí, encerrado, estás completamente loco. –Vi como se acercó un paso mas a mí, con las manos extendidas, corrí hacia una esquina, buscando refugiarme de él. –Vete Jared, sal de aquí. No tardan en venir los Doctores, ¡Vete y no vuelvas! ¡Lárgate! –Vi en sus ojos que mis palabras le dolían, y sentí mi furia enfriarse solo un segundo.
–Todo está solo dentro de tu cabeza, Sam. Tranquilízate. Estás fuera de peligro, en todo sentido.
–¡Vete! –Le grité con todas mis fuerzas, sentí una fuerte punzada en mi cabeza, las lágrimas no me dejaban ver demasiado. Vi su silueta darse la vuelta y alejarse lentamente,  entró a “La otra habitación” y corrió una especie de muro hecho de reluciente madera. Me arrastré por la pared contra la que presionaba mi espalda, hasta sentarme en el suelo, puse mi cabeza entre mis rodillas, no podía parar de llorar. Mi hermana, mi Daphne, mi cómplice, mi amiga ¿Cómo pude abandonarla en ese bosque, hace tantos meses atrás?
Némesis me visitaba mucho, varias veces al día, me traía comida y revisaba mis vendajes, mejoraba rápido, según lo que él decía. Jared también venía, no volvimos a pelear nunca, pero aun no tenía claro que había pasado aquella vez. Tampoco pensaba preguntarle. Los doctores seguían sin aparecer, ellos solo me hablaban por los altavoces, supongo que son altavoces, los escuchaba en todo el cuarto, sin que estuviesen allí, sus voces altas retumbaban en mi cabeza, hablaban de psicosis, hablaban de cosas que no entendía, pero que alguna vez entendí, hablaban toda la noche, interrumpiendo mis sueños. Mis amigos venían ocasionalmente acompañados de un chico, Andrew, le llamaban. Al menos eso era cierto en la loca historia de Jared. No me gustaba la manera en la que ese chico me miraba, con curiosidad, y lástima, como si fuera un animalito atropellado.
–¿Podrías dejar de verme así? –Le dije una fría tarde grisácea en la que entró a mi cuarto sin compañía, con sus ojos fijos en mi, parecía no notar a mi doctor, pasó justo a su lado sin siquiera saludar.
–Los dejo solos, para que charlen un rato –Me dijo el hombre vestido de blanco parado al lado de la puerta, era tan parecido a mi padre, era el único doctor que me visitaba, había venido por primera vez hace poco, los demás solo hablaban.
–Si, gracias, Doctor.
–¿Cómo dices? –Me preguntó Andrew, me dirigió una mirada extrañada, con el ceño ligeramente fruncido.
–No hablaba contigo.
–Oh, bien. –Tomo airé y después lo contuvo de golpe, como si una pregunta se hubiese atorado en el camino a su boca, hizo un ligero gesto de asentimiento, y su rostro infantil se iluminó, como si hubiese comprendido algo de repente.
–¿Qué vienes a hacer aquí?
–A cuidarte, obviamente. –Me respondió mientras tomaba asiento al lado de mi cama.
–No es necesario, aquí tengo toda la protección que necesito.
–Con tus doctores.
–Obviamente.
–Jared y Némesis quieren que esté aquí. –Esto me ablandó.
–¿En dónde están ellos?
–Están… Ocupados –Me dijo, evitando mi mirada.
–Bueno –Su evasión me molestó un poco. –Sigue sin ser necesario que estés aquí, puedo cuidarme sola.
–Yo no te caigo bien.
–Que perspicaz. –Esbocé una sonrisa. –Me molesta tu lástima.
–No te tengo lástima. Admito que si un poco de curiosidad… -Dejó la frase inconclusa, como si se hubiese dado cuenta de que había hablado de mas.
–Si, los trastornos mentales son fascinantes, ¿No? Me encantaría darte mas detalles, pero entre todas las cosas que me dicen mis doctores, no entiendo ni la mitad. –Lo miré recelosa, me había hecho sentirme como una atracción de circo. ¡Vengan y vean a la serpiente de dos cabezas, al hombre más pequeño del mundo, y a la enferma mental!
–Olvida lo que dije, ¿Si? No queremos llevarnos mal, ¿Verdad?
–Habla por ti.
Hubo un momento de tenso silencio, lo miré airada, el chico me irritaba profundamente, pero, en algún lugar, lo quería ¿Cómo era eso posible, si apenas lo conocía?
–Quiero dormir un rato, si me permites –Le dije ácidamente, no tenía nada de sueño, pero quería que se retirara.
–Adelante, estaré aquí mismo por si algo se te ofrece –Se reclinó sobre el respaldo de la silla y cruzó los brazos. Emití un sonido gutural y me recosté, cubriéndome completamente con las sábanas, cerré los ojos y dejé a mi mente divagar. Me recordé hace un par de años, recostada en mi cama, viendo las pequeñas partículas de polvo danzar parsimoniosamente sobre un dorado rayo de sol, la música serena resonaba en mi habitación, era una agradable tarde de Abril, estaba tan relajada que casi caía dormida, entonces escuché un estruendo, como de algo de vidrio que se rompe sobre el piso, abrí por completo los ojos y salí de la cama para ver que había pasado. Al llegar a la pequeña salita no supe muy bien lo que sucedía, me tomó unos segundos darme cuenta. Mi madre completamente enloquecida, sosteniendo un largo y afilado cuchillo entre sus manos, forcejeaba con mi pequeña hermana de 15 años, ella aterrorizada gritaba de dolor mientras las fallidas puñaladas de mi madre se perdían en sus brazos, haciéndole profundos cortes que sangraban profusamente. Ni siquiera sentí lo que hacía cuando me lancé sobre mi madre, la aparté bruscamente de mi  hermana y la sometí contra el piso, quitándole el cuchillo de las manos. “Es su culpa” Gritaba enloquecida con una chillante voz “por su culpa el ya no está, por su culpa”. Me levanté con el cuchillo en la mano, mi madre se quedó allí, en el suelo llorando y repitiendo “Es su culpa”. Revisé a mi hermana, los cortes sangraban demasiado. Me quité la blusa y presioné fuertemente sus heridas. “Haz presión, no dejes de hacerlo” Le dije, y me dirigí al teléfono, marqué el numero de emergencias, pedí una ambulancia informando que mi madre estaba en crisis, y mi hermana mal herida; había olvidado que tenía el cuchillo en la mano, no lo recordé si no hasta que sentí el jalón de mi madre arrancándolo de mis manos. “Yo lo amaba” Dijo ella, y acompañado de un profundo grito, levantó la hoja del cuchillo y cortó de un solo tajo su garganta de lado a lado, la sangre fluyó como el agua vertida de un cubo, salpicando mi rostro y tiñéndolo todo de rojo.
“Padecía un fuerte cuadro de Esquizofrenia” Nos dijo el doctor, “ella lo sabía, decidió no medicarse ni hacer nada al respecto”. Volteé a ver a mi hermana llena de vendajes y con el profundo e irreparable trauma: Su propia madre había intentado asesinarla. “Ustedes no fueron culpables de nada, eso es algo que deben comprender” Recordé el día del accidente de mi padre, aquel chico pasado de copas que le arrebató la vida, el solo iba por un par de caramelos para mi hermana. Mi madre siempre estuvo tan deprimida después de ese día. Pensé que se le pasaría… En buena psiquiatra me convertiría, no había podido ver cuan enferma estaba ella, mi propia madre…


…Psiquiatra…


Fuente: creepypasta.com

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